Erin St. Claire - En las redes de la seducción

Valoración:

Crítica realizada por Bona Caballero

Hailey Ashton proyecta la imagen de estar por encima de todo, un modelo de competencia. Incapaz de rivalizar con su preciosa hermana menor, ha optado por asumir el papel de chica buena.

Tyler Scott, su rico y atractivo jefe, es suave y seguro de sí mismo. Pero le queda mucho que aprender para ser un buen padre. La ayuda de la mujer correcta es justo lo que necesita para superar la distancia con su hija.

Tanto Hailey como Tyler están a punto de descubrir que las relaciones no son fáciles, que la confianza debe ganarse. Tienen temores y dudas y no bajarán la guardia ni revelarán su corazón.

Y ninguno de ellos puede predecir las consecuencias de los actos impetuosos de una preadolescente o la llegada de la hermana de Hailey, Ellen, malcriada, irresponsable, guapísima y con sus propios planes secretos.

Sandra Brown publicó "En las redes de la seducción" (título original en inglés, "Seduction by Design") bajo el seudónimo de Erin St. Claire en enero de 1983. Era el número 41 de Silhouette Desire, colección que reunía a los romances genéricos o de serie más subidos de tono de la editorial Silhouette. En España Harlequin la presentó dentro de la colección "Tentación" en 1985. Warner Books la reeditó en tapa dura en 2001.

Se nota muchísimo que es una novelita de los ochenta. Y no sólo porque los niños se vuelvan locos por los juegos de Atari.

Hailey tiene un original trabajo: es una especie de relaciones públicas de un parque temático llamado "Serendipity" en Tennessee. Faith, de once años, se ha encerrado en el baño. Aquí interviene Hailey, para calmar al histérico y atractivo padre, y lograr que la niña salga. Hailey y Faith conectan en seguida, hablando en plan "nosotras las chicas nos entendemos". Lo cual es un poco desconsiderado hacia el padre, al que Hailey trata con frialdad.

Mala suerte cuando resulta que él es Tyler Scott, megamillonario y el dueño del parque al que nadie conocía. Hailey, después de lo borde que estuvo, tiene miedo de que la despida. Pero no, cuando él la llama a su oficina es para contarle que le gusta su trabajo y que, por cierto, la va a seducir. Y le enumera las buenas razones: serán amantes excepcionales, sus edades son compatibles, puede darle todo lo que se le antoje... Pero que no se preocupe, que su trabajo no está en peligro.

Suena a acoso sexual. Resultaría bastante incómodo para cualquiera que su jefe le tire los tejos nada más conocerse. Y el jefe puede verse ante una demanda por acoso sexual.

A partir de ahí, poco más ofrece el libro. Tyler se dedica a perseguirla, pero sin nada intrigante o divertido. La novela se arrastra de un acontecimiento inane a otro más irrelevante aún. Tanto Tyler como Hailey usan a la niña. Y esta es un poco impertinente y curiosona, de esas que te impulsan a decir entre dientes "¡Qué mona!" con total ironía.

Las escenas eróticas son muy sensuales, pero no se reparten a lo largo del libro, sino que se amontonan al final. Esto contribuye a la falta de dinamismo de la narración. Y los personajes son totalmente planos.

La responsable Hailey se toma todo muy en serio. Es una de esas improbables vírgenes de veintiocho años. Tiene un serio problema de autoestima. Llora y gimotea constantemente. Lo más atrevido que hace es acostarse con Tyler y confesarle que le quiere. Pero, la verdad, lo hace en el momento más inoportuno.

Tyler, de treinta y ocho años, aún está aprendiendo a entenderse con su hija de once. Es algo brusco físicamente: agarra y empuja a Hailey y le da una azotaina a la niña. Cuando no va de arrogante, sus palabras bordean la cursilería. Eso sí, la heroína es tan patéticamente insegura que al final acabas alabando su paciencia de santo varón.

Aparecen dos irritantes tópicos. Por un lado, la niña huérfana que fantasea con que la novia de papá sea su mamá. Aun muerta, su madre era su madre. Fuera buena o mala. Y podrá tener una madrastra genial, incluso una "segunda madre", pero esto de querer tachar o borrar o suplantar a la muerta, da bastante grima.

Y luego está Ellen, "la otra". Un puro cliché: más joven, más guapa, y una auténtica manipuladora irresponsable que consigue que su hermana Hailey la saque de sus problemas.

Poco hay que redima el libro. Quizá la original ambientación en un parque de atracciones. O tal vez el hecho de que Tyler es sincero desde el principio y acabe siendo muy comprensivo, descubriéndole a Hailey tanto su belleza exterior como sus buenas cualidades interiores. Pero realmente no hay nada que impulse a seguir leyendo, ninguna intriga o giro inesperado.

Como es simplemente aburrido, no me parece el peor de Sandra Brown. Tiene algún otro que te enfada tanto que tienes ganas de tirarlo contra la pared.

Valoración: Tirando a mala, un 3/10. Para fans incondicionales de S. Brown.

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