Crítica realizada por Linda
Cyrla, la protagonista de esta novela, es una muchacha joven y judía. Las circunstancias la obligan a escapar de Polonia aunque es su país, para refugiarse al amparo de sus tíos, en Holanda. Enamorada de un muchacho verá que su mundo se cae en pedazos, que su pueblo es perseguido, humillado y asesinado. El nazismo, esa lacra de la que ni siquiera el tiempo hará olvidar a los hombres, la rodea. Por si fuera poco, la muchacha se queda encinta. No tiene escapatoria, salvo disfrazar su verdadero nacimiento haciéndose pasar por una muchacha no judía.
Esta novela desata pasiones a quien tenga un mínimo de humanidad. Mucho hemos leído sobre el acoso que padecieron los judíos en ese tiempo y las barbaridades que se perpetraron contra ellos. Hemos visto películas, documentales, pero nunca sabemos demasiado, siempre surge algo nuevo que nos deja atónitos.
Como muchos otros, Cyrla se ve obligada a escapar de su país natal. Ella tiene pocos años, es una adolescente, pero ya conoce el miedo. Y los acontecimientos que vienen después de llegar a Holanda no hacen más que ponernos en el ojo del huracán.
Me ha gustado esta protagonista por su fuerza, porque es una luchadora, una mujer que intenta sobrevivir y sobreponerse a todo cuanto la rodea, al terror y a la muerte sistemática de su pueblo.
Hay un personaje que tiene mucho que ver con ella, su prima Anneke. Apenas se diferencias en edad, se parecen mucho físicamente, y entre ellas surge una amistad muy bonita y profunda.
Con el paso del tiempo, nuestra heroína ha llegado a ser una muchacha de 19 años. Una joven que, como tantas, se enamora de un chico: Isaak, También él es judío, ha mantenido con él una relación de amistad, es su amigo y su paño de lágrimas.
Impresionante también este personaje, porque es un hombre que ha sufrido, sin familia, otro luchador como ella. Puede que resulte un poco frío al principio, pero no es de extrañar su forma de actuar, no se fía de nadie, se ha endurecido, o más bien habría que decir que es la vida la que lo ha endurecido.
Las vidas de Cyrla y Anneke van de la mano, ambas son jóvenes y ambas se enamoran. Pero la segunda no lo hace de un judío, sino de un alemán, un joven soldado alemán, enemigo de los suyos.
Me ha sorprendido el modo en que la autora nos narra ciertos acontecimientos, el modo despiadado en que el pueblo judío fue perseguido en esa época en que Hitler enfervorizaba a las masas. Como es de esperar, todos están en peligro inminente, a ese sádico gobernante no le importaba si una persona era judía o judía a medias, quería acabar con todos. Por eso Cyrla sufre también las consecuencias de su nacimiento, poco importa que uno de sus progenitores sea holandés.
Todo se complica más cuando Anneke se da cuenta de que está embarazada del soldado alemán. Cree en él, está segura de que se acabarán casando, de que no va a abandonarla a su suerte, pero se equivoca. Y se encuentra sola con el problema que supone la llegada de un bebé.
Cuando el padre de Anneke se entera de su embarazo decide que ingrese en un Lebensborn, cuya traducción es manantial de vida, unos centros de acogida creados por los nazis para mujeres embarazadas de soldados alemanes , ya sea por voluntad propia, por un descuido o por violación, allí lo que quieren son mujeres (a las que se les hace un riguroso examen y pruebas antes de entrar para garantizar la pureza del feto) que den a luz bebés arios perfectos que se conviertan en futuros defensores del régimen.
Pero también Cyrla se ha quedado embarazada de Isaac. Y es ella la que ingresa en un centro de acogida para mujeres. Un centro humillante, a mi modo de ver, porque en él solamente prima que las mujeres embarazadas den a luz a un niño con sangre pura, como decían los nazis, un hijo de la raza aria. El enorme parecido entre las dos primas facilita el ingreso de Cyrla en ese centro, sin embargo los problemas no han terminado. Al pensar que el hijo de la muchacha va a ser un alemán de pies a cabeza, el padre debe reconocerlo. Pero claro, el padre no es Karl, al que conminan a ir al centro de acogida, sino Isaac.
No voy a adelantar nada sobre la resolución de la novela, os dejo en la intriga. Pero sí puedo adelantar que algunas de las cosas que se cuentan en este libro, ponen los pelos de punta. Los controles, las humillaciones, las barrabasadas que hicieron los alemanes en ese tiempo.
Hay que destacar el estupendo método de narrativa de la autora que nos pone al tanto de los sentimientos de una muchacha judía, de sus temores, al tiempo que nos cuenta lo que sucedió en la época. A pesar de todo, es una lectura fácil, no enrevesada, que facilita la lectura de forma ágil.
Lo cierto es que no sabría catalogar esta novela, no sé si la metería en novela romántica, aunque hay romance de por medio, un romance precioso, pero la dureza de los acontecimientos me hace ponerla más en una novela histórica o costumbrista.
Sea como sea, y metáis esta novela en el género que queráis, creo que hay que leerla. Por los personajes, por los lugares, por lo que sucedió y, sobre todo, porque se aprenden de ella muchas cosas: la fuerza, el valor, lo que no debemos consentir que vuelva a pasar, la igualdad entre los pueblos y creencias.
Es una novela llena de dureza también, donde nos pintan lugares execrables, la inhumanidad de algunas personas, no sé si por miedo a represalias o porque el ser humano es así de pérfido. Eso sí, también encontramos personajes a los que adorar, como los que luchan contra un régimen totalitario y aberrante. No todos los alemanes fueron malos, hubo muchos que se atrevieron a arriesgar su propia vida por enfrentarse a todo lo que aconteció.
Si tuviera que darle puntuación, le daría una muy buena. La verdad es que me ha impresionado.
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