Sheryl Anderson - Tacones de muerte

Valoración:

Crítica realizada por ANITA

Molly Forrester siempre había esperado la oportunidad de hacer un buen reportaje. Colabora en la revista Zeitgeist, pero le encantaría trabajar en la plantilla de Marie Claire. Se tropieza literalmente con un crimen y ve la ocasión perfecta para inmiscuirse en una noticia tan real como escabrosa. La víctima es su amigo Teddy que aparece muerto con un cuchillo en la garganta.

A partir de ahí Molly, con ayuda de sus dos amigas, la perfecta Tricia, organizadora de eventos y la guapísima Cassady, exitosa abogada, decide aclarar el asesinato para poder escribir el artículo de su vida. Tiene una clara sospechosa, Ybonne, su jefa.

Pese a que la Editorial el Andén, nos la presenta como romántica, es una novela chick-lit en toda regla. Está escrita en primera persona con el sarcasmo de las novelas de este género. El protagonista, que es uno de los policías de homicidios encargados del caso, tiene apariciones esporádicas desde el principio de la historia pero hasta la página 286 no entra en juego realmente. En la página 288 "coge en brazos a la protagonista y se la lleva a la habitación" literalmente. Ésta es la parte romántica de la historia, esa sola frase.

La novela, eso sí, es entretenida y como todas las de este género tiene su gracia. Es una historia de intriga y en ese aspecto me ha gustado, la trama no ha decaído en ningún momento.

El formato de los nuevos libros "románticos" de esta editorial me parece perfecto. Son pequeños, un poco más grandes que los de Top Novel pero más anchos, casi cuadrados. De tapa dura y un buen papel. Los capítulos empiezan siempre en página impar, como debe ser, sin escatimar papel y como no tienen solapas llevan esa cintita para señalar la página, como los misales y los libros antiguos, que me encanta y me parece comodísima.

Solo le encuentro una pega, la traducción. No, no es mala, simplemente no entiendo por qué una editorial española no contrata traductores españoles. Tratar a las amigas de "ustedes" cuando habla con ellas en plural, en vez de decir vosotras, cuando en vez de decir "en casa de" dicen "en lo de" o cuando usan palabras como jalar, que por lo menos yo no la he usado en mi vida, demuestra que la ha traducido un sudamericano. Pues sí señor, soy una puñetera, me molesta.

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