Crítica realizada por Katon
Libro 3 de la serie"Wellingham"
Siempre les quedaría París...
Después de haber vivido una única noche desenfrenada en su vida, Eleanor Bracewell-Lowen llevaba una existencia tranquila y recatada.
Lord Cristo Wellingham, tras su vuelta a la alta sociedad de Londres, no se parecía en nada al hombre que tan brevemente conoció en París, pero seguía siendo, eso sí, igual de arrebatador.
En sus ojos de color ámbar Eleanor detectaba algo que había visto muchas veces reflejado en los suyos propios: cierto anhelo. Pero aquel hombre podría arrastrar su buen nombre por el fango con tan sólo una mirada...
Eleanor era una joven de dieciocho años cuando viajó a París tras la muerte de su abuelo. Le había pedido que le entregara una carta a Cristo Wellingham, aunque en París era más conocido como el Conde de Caviglione. Lo que la joven Eleanor no se esperaba era una casa un tanto depravada, donde abusó del alcohol y se encontró casi desnuda y frente a un desconocido. Cristo, era un joven británico al servicio del Ministerio de Asuntos exteriores, afincado en París, cree que la mujer que le lleva su homólogo francés es una de las prostitutas que han acudido a la casa esa noche. Aunque está bastante achispada Cristo se siente atraído por ella, así que decide disfrutar junto a ella, hasta que se da cuenta que es virgen.
Cuando Eleanor empieza a ser consciente de lo que ha pasado esa noche la humillación la ahoga, pero el hombre que tiene frente a sí, la trata casi con dulzura. Su miedo poco a poco desaparece y permite que la pasión la arrastre una vez más. Antes de abandonar la estancia, Eleanor dejará entre las sábanas la carta de su abuelo. En un arrebato de ira Cristo decide quemar las sábanas, al ver la carta en el fuego consigue rescatar parte de la misiva, pero su contenido es totalmente incoherente.
Cinco años más tarde Cristo decide volver a Inglaterra. Su propio padre le había echado una noche cuando lo acusó de arruinar a su familia al matar por accidente a Nigel Bracewell-Lowen, hermano de Eleanor. Los remordimientos y la culpabilidad le han acompañado durante mucho tiempo, pero ahora quiere volver a casa. El encuentro con sus hermanos será tenso, pero poco a poco Cristo se dará cuenta que puede contar con ellos y que los unen más cosas de las que él creía.
La vida tranquila de Eleanor se derrumba cuando ve una noche a Cristo Wellingham, sin poder evitarlo, se desmaya. Cristo no tardará ni un segundo en reconocerla. Pero Eleanor tiene razones para temer un encuentro con Cristo. Ahora es una mujer casada, no importa que su esposo sea un hombre mayor con una salud bastante endeble, y además tiene una hija a la que proteger, Florencia es toda su vida. La trama se complicará aún más cuando personas del pasado de Cristo descubran la existencia de Eleanor.
La primera escena de la novela no es que no me gustara, es que no me pareció creíble en ningún momento; ella llega a una casa en la que hay una fiesta con prostitutas, nunca bebe alcohol pero esa noche precisamente lo hace, y solo con unas cuantas copas se convierte casi en un muñeco, la verdad es que los síntomas que describía la autora me han recordado más a algún tipo de droga que al alcohol, pero bueno. Pero lo mejor es que cuando se da cuenta que ya no es virgen, pues qué se le va a hacer, a seguir disfrutando, ¡¿perdona?! Y eso que era una joven noble educada y sola en el mundo. Si obviamos esa escena primera la novela mejora bastante. El rencuentro cinco años después tiene algunos sobresaltos. Cristo quiere hablar con ella, descubrir por qué no le dijo su verdadera identidad.
A partir de ese momento habrá varios encuentros, entre la pareja y con la familia de Cristo. Sus cuñadas, Emerald y Beatrice-Maude tendrán un papel decisivo en la relación entre Eleanor y Cristo. La pasión y el recuerdo de aquella única noche que compartieron están muy presentes en cada conversación y en cada encuentro. Pero Eleanor, ahora es una mujer casada y aunque no ame a Martin, su marido, está decidida a serle fiel. La relación de ambos será aún más tensa cuando Cristo descubra la existencia de Florencia, la hija de Eleanor.
Eleanor me ha parecido un poco testaruda en algunos momentos y Cristo se comportaba más como un niño que como un adulto, en general los personajes no han estado mal, aunque no hubiera mucha química entre ellos en algunas escenas. Los secundarios, que son los protagonistas de los dos libros anteriores de esta serie, me han gustado más que los propios protagonistas. El ritmo de la novela es bueno, hasta la parte final en el que resulta bastante apresurado.
No sé si ha sido por la traducción o por cómo lo ha escrito la autora, pero había párrafos que tenía que volver a leer porque no sabía si eran los pensamientos de Eleanor o de Cristo, en proporción este detalle ha sido lo peor del libro. La redacción de algunos fragmentos a veces sonaba un poco extraña, no estaba tan cuidada como debería.
A pesar de todo lo anterior, el libro se lee rápido, y me ha entretenido durante un rato, aunque el final es bastante previsible no puedo decir que no me haya gustado. No me ha aburrido pero tampoco me ha enganchado a sus páginas como otros harlequines. Un libro que entretiene si no tienes demasiadas expectativas puestas en él.
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Crítica realizada por Dougless
Eleanor Bracewell-Lowen decide cumplir la última voluntad de su abuelo y debe dirigirse a París, donde entregará una carta al conde de Caviglione. Claro que las cosas no resultan tan fáciles para una chica de dieciocho años y acaba desnuda, borracha y perdiendo su virginadad.
Cristo Wellingham no puede creer que fuese virgen, la había confundido con una prostituta. Aun así, caen enamorados uno del otro.
Cinco años después . Cristo decide volver a Inglaterra, los años en Francia le han pasado factura y se siente solo. Quiere acabar con los fantasmas del pasado y recuperar lo que le queda de familia. Atrás queda su trabajo para el Ministerio de Exteriores y adelante su idea de instalarse y dedicarse a la cría de caballos.
En su primera aparición pública con su familia se encuentra con Eleanor, su sorpresa es inmensa pero más la de ella, que se lleva el susto de su vida. Y es que Eleanor es ahora una mujer casada y madre. Aunque su matrimonio es de conveniencia le tiene gran respeto a su marido, ya que la ha dado tranquilidad y respetabilidad. Todo esto se ve amenazado cuando aparece Cristo en la sociedad londinense, aunque su amor por él es inmenso no puede ni quiere dejar a su marido, el cual sea dicho de paso, está enfermo, bastante enfermo.
Una serie de amenazas y peligros les acechan, consecuencia del pasado de espia de Cristo y de los sucedido en Francia.
Aunque la trama es muy común y muy recurrida, me ha gustado el libro. El amor de ellos es intenso, las consecuencias preciosas aunque ello hacen sufrir mucho a Cristo. Hay momentos en que he pensado que no acabarían juntos, tanta regla de sociedad y malentendidos pero al final ha prevalecido el amor.
Vamos, una historia sencilla y típica pero que me ha dejado una sonrisa en la cara y ganas de saber más de los hermanos de Cristo, y de sus mujeres que parecen muy peculiares.
El único pero que le pondría, la verdad es que no sé si es culpa de la traducción o de la propia escritora, es que ha habido párrafos que me ha costado entender, he tenido que releer algunos fragmentos, las frases eran enrevesadas, largas y a veces complicadas. Es le primer libro que leo de esta autora, así que no sé si es ella , que tiene este estilo particular de escribir o los de la editorial no han puesto mucho cuidado en la traducción.
No es que sea un novelón, porque dista mucho, pero he pasado una tarde entretenida y relajada leyéndola.
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