Crítica realizada por Maribel Moreno
Con este título y esta portada tan sugerente hubiera asegurado que tenía entre mis manos una lectura erótica, pues no, nada más lejos, su título hace referencia a El mercader de Venecia, en el que Una libra de carne, es una deuda que hay pendiente, y ese es el caso de Wes Carter.
Kat, a la pronta edad de nueve años, tuvo que presenciar como unos salvajes mataban a su padre, y quizá hubieran hecho lo mismo con ella si no llega a ser por un niño, poco mayor que ella, que la apartó del lugar y la puso a salvo.
Han pasado dieciséis años y Kat sigue teniendo pesadillas de lo que ocurrió aquella fatídica noche, se ha convertido en una profesora de Literatura y quiere ayudar a los que más lo necesitan, y de paso quitarse los miedos de encima, para ello ha comenzado a dar clases en la prisión de Arthur Kill.
Wes Carter ha tenido una vida complicada y solitaria y no ha tomado las mejores decisiones precisamente, está en la cárcel por posesión de cocaína que no era suya, pero él tenía una deuda con su mejor amigo Max, y cargó con las culpas. Es un preso rebelde y problemático, pero su revisión de la condicional está cerca y le han propuesto que se apunte a la clase de Literatura, a lo que accede aunque no demasiado entusiasmado.
Cuando Kat y Carter se encuentran saltan chispas entre ellos, sin embargo, no tienen un buen principio porque Carter se muestra bastante chulo y acaba siendo castigado, no obstante, Kat decide ayudarlo y darle clases en solitario, porque algo le dice que debajo de esa fachada chulesca hay un buen hombre que necesita una tabla de salvación.
Las clases se inician y Carter es mucho más inteligente y culto de lo que parece, pero se lo toma muy en serio porque además de que se siente muy a gusto con Kat, acaba de descubrir que es la joven a la que un día salvó la vida.
Los protagonistas también me han enamorado, Kat toma la decisión de dar clases en la prisión sin el apoyo de nadie, ya que su madre y su mejor amiga no están de acuerdo y eso provoca constantes enfrentamientos con ellas, pero encuentra en Carter el apoyo que necesita y poco a poco se va enamorando de él, aun sabiendo que una relación entre ellos está prohibida. Carter, ¡Oh Carter! que majo que es, el típico chico malote al que todos temen, pero que en el fondo solo necesita afecto y cariño, cuando Kat vuelve a su vida encuentra algo por lo que luchar y por lo que regenerarse, y sale su lado tierno y romántico.
La historia entre ellos es muy bonita ya que se va cociendo poco a poco, pero hay muchos obstáculos que tienen que salvar si quieren alcanzar la felicidad.
La verdad es que con esta novela tenía unas expectativas normalitas y me he llevado una gran sorpresa porque me ha encantado, y no es porque sea un novelón, pero me ha parecido una historia dulce y muy bonita.
Está escrita en tercera persona y alterna todo el tiempo a los dos personajes, la narrativa de la autora es sencilla y muy ágil, de modo que se lee en un suspiro.
Este libro es el primero de una serie, que espero que la editorial tenga a bien continuar, porque tanto Max, como Riley prometen.
En definitiva, Una libra de carne es una novela romántica, tierna y sencilla que engancha desde la primera página, con una ambientación diferente, ya que la primera parte ocurre en la prisión. Es una historia de dos personajes fascinantes, que tienen un pasado en común y han de luchar contra el rechazo, la envidia y las malas decisiones que han tomado, pero la vida les ha dado una segunda oportunidad que aprovecharán por que el amor todo lo puede.
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