Susan Meier - Entra en mi vida

Crítica realizada por Soraya

¿Cambiaría el delantal por un anillo de diamantes?
Aceptar un puesto de ama de llaves en el rancho del atractivo Jeb Worthington suponía un nuevo comienzo para la madre soltera Sophie Penazzi y Brady, su bebé de seis meses.
Era el tipo de mujer que se sentía cómoda con un bebé en la cadera, masa en el delantal y harina en el pelo, y sabía que no se parecía en nada a las glamurosas mujeres que vivían en el mundo de Jeb.
Aunque el recibimiento del taciturno ranchero había distado mucho de ser cálido, Sophie no podía evitar desear ser algo más que un ama de llaves en Montana.

Cuando Jeb Worthington vio bajar del coche a su nueva ama de llaves, Sophie, no pudo evitar desearla. Aunque desde un principio se había propuesto tratarla con toda la profesionalidad que su empleada se merece, solventado así la mala reputación que le había dejado la anterior al marchar al pueblo diciendo falsedades sobre él, lo cierto es que de todo se olvida nada más verla.

Pero una cosa era tratarla lo más profesionalmente posible y otra muy distinta aceptar la sorpresa que ésta traía consigo. Jeb no está dispuesto a permitir la entrada en su casa a un bebé, y Sophie no piensa quedarse allí, si su hijo no es aceptado también. Como parece que no van a llegar a un acuerdo, Sophie le exige a Jeb mil dólares a cambio de romper el contrato, puesto que ha tenido que dejar su casa, y viajar hasta allí. Pero Jeb no tiene más remedio que mantenerlo, porque sabe que en el pueblo no va a encontrar a ninguna mujer dispuesta a trabajar para él, y dentro de tres semanas aparecerán por el rancho unos clientes muy importantes. Después de ese momento, le dará a la muchacha el dinero que pide y además habrá ganado tiempo para encontrar una sustituta.

La realidad es que Sophie se ha metido un farol, no tiene a donde ir, y aunque él le diese el dinero que ella le ha exigido, no tendría ni para empezar. Es una joven madre soltera, sin el apoyo del padre del bebé, que la dejó cuando supo que estaba embarazada. Tampoco es que pueda contar con unos padres que la protejan en ese sentido. Así que necesita quedarse allí, y ahorrar para poder pagar las facturas del hospital por el parto, además de guardar algo de dinero para poder empezar de cero en otro lugar.

Desde el principio sabe que tiene los días contados en ese rancho, es por eso que decide hacerse indispensable para él con la esperanza de que cuando se cumpla el plazo de las tres semanas, él decida no echarla de allí. Si en el contrato pone que solo debe limpiar la casa y prepararle la cena, ella madruga lo necesario para tenerle el desayuno listo antes incluso de que él haya bajado a desayunar. Sin embargo todo parece poco para conseguir superar el obstáculo que para él supone tener al bebé allí.

Por suerte, entre ellos dos está Slim, el capataz del rancho, y muy buena celestina. Desde el principio se comporta como un padre con Sophie, parece darse cuenta de la situación tan complicada que ésta tiene, e intenta que pueda quedarse allí con ellos.

El día a día, los roces, la continua visión del uno y del otro hará que por mucho que ambos lo intenten, no puedan evitar sentir la presencia del otro. Esto sumado al hecho de que el capataz debe ausentarse unos días, provoca que ambos se queden solos, y salten chispas entre ellos.

No tenía muchas expectativas puestas en esta novela. Nunca había leído nada de esta autora y tan solo con la sinopsis, se puede ver que la trama es más sencilla que le mecanismo de un chupete. Sin embargo me ha gustado. Se lee en una tarde y lo cierto es que se pasa un rato muy agradable leyéndola. Ambos protagonistas están bien perfilados (dentro de la extensión de la novela). Jeb tiene sus razones para comportase como lo hace, y a pesar de todo siempre termina entrando por el aro respecto a ella, lo cual me parece muy tierno. Por su parte Sophie tiene claro que lo más importante es su hijo, y no duda en hacer lo que haga falta para poder sacarlo adelante.

Antes de que se me olvide, decir que está ambientada en el oeste, aunque es puramente hogareña, pudiéndote olvidar por momentos de cuál es la situación en el exterior.

Mi puntuación es de un 3 sobre 5. No está mal, para pasar el rato.