Tenía la piel blanca como la nieve, el pelo negro como el ébano y los labios... ¡morados!
Aquella mujer no pudo explicar cómo había acabado en la puerta de Zack Prescott vestida de novia en mitad de una tormenta de nieve porque se desmayó.
Sus siete sobrinos insistían en que era Blancanieves, pero el inteligente empresario sabía que eso no era posible. Blancanieves era un cuento y, sin embargo, aquella mujer era real. Zack trató de convencerse de que la curiosidad que sentía por aquella novia a la fuga era completamente natural y que habían acabado besándose sólo porque estaban juntos en un espacio muy reducido y acogedor. Porque él jamás podría tener un final de cuento de hadas... o quizá sí.
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