Tony Graham no era en absoluto el hombre adecuado para aquel trabajo.
Mientras recorrían las carreteras de Nevada, pasando junto a pueblos tan pequeños que ni siquiera aparecían en los mapas, Tony Graham retó a Jill Wiley, causando una gran curiosidad en la joven y a la vez una nueva conciencia de su femineidad. Jill no podía haber elegido peor camionero. ¿Pero se habría equivocado también al enamorarse de él? Tony era el hombre que el destino le tenía preparado para el resto de su vida, ¿pero era él de los hombres que aman para siempre a una sola mujer? Necesitaba saberlo porque había ocurrido algo maravilloso, algo que había dado significado a su vida. A pesar de las opiniones de los médicos, Jill Wiley se había quedado embarazada.
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