Lo único de lo que estaba seguro era de que aquella mujer tenía que ser suya.
Aquel era el hombre al que una vez Manda Munroe le había ofrecido su inocencia, el hombre que la había rechazado sin piedad con la excusa de que era demasiado joven para él...Y ahora, convertido en guardaespaldas y con un cuerpo hecho para el pecado, Hunter Whitelaw era además el hombre con el que iba a casarse.
Hunter aseguraba que aquel matrimonio era sólo una manera de alejar al acosador de Manda...Pero cuando descubrió que su prometida seguía siendo tan apasionada y tan inocente como siempre, Hunter vió peligrar su corazón.
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