Crítica realizada por Fiona
"Morgan Drummond, marqués de Westham, da por supuesto que su mayordomo tiene su casa de Londres lista para el momento en que decida volver a ella, aunque regrese sin avisar y después de mucho tiempo. Y así es, aunque no está preparado para encontrar que su casa se ha convertido en un hotel, con ocupantes algo estrafalarios, gracias a la iniciativa de ese impecable mayordomo. Como tampoco espera que poder echarlos sea tan difícil cuando conoce a Emma Clifford, una debutante que no pertenece a la nobleza, pero a la que no le termina importando acompañar..."
Morgan es el prototipo de protagonista masculino, guapo, noble, en la treintena, con sentido del honor... Después de su refugio campestre de cinco años, adonde llegó muy avergonzado por una estupidez de juventud, decide que le ha llegado la hora de casarse y asegurar un heredero, es decir, cumplir las obligaciones que se esperan de su título y aburrirse como una ostra.
Emma es la chica guapa, inteligente, un puntito descarada y que como muchas chicas de la época debe ser "sacrificada" en el mercado de las debutantes para pescar un buen marido, es decir, le toca solucionar los problemas de la familia, en la que ella parece ser la única con algo de sentido común y está dispuesta a hacerlo, pero antes quiere disfrutar un poco de su temporada.
Hasta aquí un planteamiento típico que se podría haber resuelto por los cauces habituales: chico guapo y rico se enamora de chica con piel cremosa, esbelta y menos afortunada; se establece la relación "sí pero no", se pasa del protocolo y... Pero la autora le echa mucho humor a la cosa, se ríe de muchas cosas establecidas y mete alguna que otra pullita y el cóctel da como resultado una alta comedía que termina provocando alguna carcajada. En un momento me ha parecido estar viendo alguna de las situaciones de "El show de Benny Hill", tan británica y tan delirante.
Por supuesto no falta el malo malísimo, que haría cualquier cosa por dar la lata y fastidiar a todo el mundo sólo porque así se divierte; el amigo del alma del prota que también haría cualquier cosa por ayudar, menos comprometerse; pero me quiero detener en tres de los secundarios con más detalle: la madre de Emma, una mujer amable pero con la cabeza de chorlito que tiene una curiosa y divertida manía; el típico mayordomo estirado y muy consciente de su posición en la casa pero que... bueno, eso hay que leerlo.
Y, desde luego, la abuela de Emma (la mejor y más divertida secundaria no solo de la novela, sino de muchas novelas), una bomba de relojería en el cuerpo de la abuelita de Piolín, práctica y que sabe muy bien por dónde va a pasar su nieta y que va a hacer lo posible para que sea feliz.
En definitiva, uno de esos libros que se empiezan a leer como el que no quiere la cosa, termina enganchando y se pasa un muy buen rato. Se lo recomiendo a quien quiera leer la historia clásica pero desde un punto de vista completamente distinto.
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