Crítica realizada por Mailo
Dos personas que se enamoraron en el momento equivocado, pero por las razones correctas...
Napoleón había caído y el imperio austro-húngaro se había apoderado del continente. En la Italia de 1820, había revolucionarios, traidores y espías en cada rincón. Angelo Bartolini era un hombre con muchas caras: buen hijo y hermano, amigo fiel y patriota incondicional.
Como miembro de los Carbonari, una sociedad secreta dedicada a liberar Italia del poder austríaco, Angelo era un hombre muy buscado. Pero también tiene un lado de ternura que despierta el interés de la tímida pintora inglesa Beatrice Fairweather.
La época de esta historia es sin duda una de las más interesantes para la novela romántica. Y es que hay que reconocer que en esas fechas, cuando Bonaparte había dejado ya de ser un problema, surgieron otros. El imperio Austro-Húngaro ha tomado el relevo y tiene a media Europa bajo su bota. Italia no se ha librado de su poder, por eso los revolucionarios, espías y traidores están en todos lados.
Los Carbonari es un grupo dedicado a intentar librarse del yugo de los austriacos. A esa organización pertenece nuestro protagonista, Angelo. Un hombre honorable que se arriesga por la liberación de su pais, y que está buscado por sus enemigos.
Angelo Bartolini y Beatrice se conocen hace años, pero ella regresó a Inglaterra y sus vidas se separaron. Beatrice se ha convertido en una estupenda artista y está viviendo en la Toscana. Como a mí esa zona de Italia me parece fascinante, la novela ya tenía un punto a su favor.
Es una historia que nos cuenta un amor que se ha enfriado sólo en apariencia, porque cuando vuelven a encontrarse las chispas saltan. Sin embargo, de por medio hay una revolución, multitud de traiciones que van a ponerse en contra de los dos protagonistas.
Aunque la novela puede dar la sensación de que va a meternos de lleno en intrigas de espionaje y batallas, no es así. Sí es cierto que el telón de fondo es la revolución, el trabajo oscuro y misterioso de Angelo, pero también nos muestra la exquisitez de la pintura. Es sobre todo un romance bien llevado aprisionado entre los problemas existentes en la época y las dudas.
Me han gustado los protagonistas y los secundarios, la forma de narrar de la escritora, los diálogos y, sobre todo las descripciones. La autora nos posiciona perfectamente en la época, cosa que o son capaces de hacer muchas. Puede que haya un poquito más historia de la cuenta, pero es que de eso se trata, de leer sobre un romance en una época convulsa, de otro modo no hubiera tenido tanta emoción.
Muy recomendable, según mi opinión.
Ambientada en 1820.
Tiene una narrativa cuidada, preciosa, con unas descripciones que quitan el aliento, de esas que se sitúan en el lugar adecuado, que te hacen ver el entorno, oler las flores y escuchar hasta los grillos. Pero sin aburrir.
Los personajes son completísimo, reales, cercanos y encantadores.
La autora nos ha llevado a una época en la que Italia estaba inmersa en un sin fin de problemas políticos, dividida en varios gobiernos a cada cual peor, dominada por los austriacos. Aquí Francisco José, el maravilloso marido de Sissi, ese personaje al que yo tenía como un ídolo de mis años juveniles por las películas de la emperatriz, se me ha vuelto de carne y hueso, un político que nada tiene que ver con los sueños infantiles. Puff, se evaporó el héroe guapo para dejarme ver lo que era en realidad.
El protagonista, Angelo, es un hombre sin parangón: atractivo, dominante, orgulloso de ser italiano. Atrevido y volcado en la causa de hacer una Italia libre. Siente miedo también, es de carne y hueso y no un supermán, pero lo supera porque para él su país libre es lo primero y no le improta dar la vida.
La relación entre la familia Bartolini es maravillosa. Me ha encantado la personalidad de la madre, la del padre, la de la hermana. Les une el amor y no lo pueden disimular. Y Angelo, a pesar de no ser hijo legítimo porque lo dejaron de bebé a las puertas de la casa, es para todos el heredero y el amor de sus padres.
Bea, tímida de jovencita, se ha convertido en una mujer de ideas propias, en una pintora buenísima a la que piden retratos y frescos. Es un personaje pleno que ha conseguido labrarse un futuro lejos del amor de juventud de suvida, Angelo, del que nunca ha dejado de estar enamorada. Cuando se vuelven a unir es una gozada.
En esta historia encontramos personajes reales que dan más empaque a la novela y que nos arrastran a un mundo de espías, represión y ejecuciones.
Por si la relación entre la familia, los auténticos amigos y los protagonistas fuese poco, la autora nos desvela con total acierto los entresijos de la pintura: el modo de mezclar los colores, la manera de conseguir la mejor pose para un retrato, lo que se siente pintando. Una lección de pintura en toda regla.
Los diálogos los he encontrado estupendos, no tienen desperdicio ni los que llevan a cabo los protagonistas ni los del resto, haciéndonos ver en esas conversaciones los problemas del país en la época.
La intriga viene dada por la auténtica personalidad de Angelo, que se resuelve de modo buenísimo y deja un buen sabor de boca.
El cambio de la protagonista en sus pinturas en un momento clave de la novela, firmando como Verité es... bueno, eso hay que leerlo, de verdad.
Esta novela es una verdadera obra de arte, según mi opinión, que debería haber tenido una encuadernación principesca con letras de oro.
Muy, pero que muy recomendable porque estoy segura de que os va a encantar.
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