Jenna Petersen – Amantes para la eternidad

Valoración:

Crítica realizada por Irdala

Libro 3 de la serie espías.

La espía Emily Redgrave no ha vuelto a ser la misma desde que, una noche, hace seis meses, calló herida por la bala de un asesino. Aunque, físicamente está recuperada, aún sigue obsesionada y traumatizada por lo que podía haber ocurrido esa noche. Está ansiosa por volver a la acción y recuperar la confianza perdida.

Cuando le ordenan seguir y proteger a Grant Ashbury, el Duque de Westfield, acepta a regañadientes, sabiendo de antemano que esta tarea de niñera podría abrirle las puertas de casos más importantes.
Lo que no sabe es que Grant es también un espía, y que le han asignado seguir a Emily por sus propios oficiales superiores. Mientras ambos se persiguen por todo Londres, sin darse cuenta de ello, desvelan un caso real y un deseo magnético les acerca de manera escandalosa. ¿Podrán Grant y Emily superar sus traumas y trabajar juntos?

Y, ¿quién es la misteriosa Lady M?

Tercera y última entrega de esta serie de espías cuyas tramas y títulos de cada novela son una mezcla de las pelis de Los Ángeles de Charlie y James Bond.

Emily Redgrave fue herida seis meses atrás y estuvo entre la vida y la muerte. Su recuperación ha sido muy lenta y además,  durante su convalecencia, han aflorado recuerdos de su desafortunada infancia y su pasado matrimonio que, con mucho esfuerzo, había conseguido mantener dormidos.

Aunque está loca por volver al trabajo, en el fondo de su ser siente verdadero pavor a no poder volver a cumplir el papel para el que ha sido entrenada. Tanto sus amigas como Charlie, el intermediario entre Lady M y las espías, no quieren que se ocupe aún de ningún caso, pues temen que todavía no esté preparada.

Grant Ashbury, el Duque de Westfield y uno de los mejores espías de la Corona, lleva apartado de su profesión desde hace ya bastantes meses, y el motivo no es otro que el sufrimiento que le supuso perder a su futura esposa durante el transcurso de una misión.  A pesar de que él considera que está sobradamente recuperado, sus superiores no lo creen así.

Tanto Emily como Grant reclaman un caso, así que se les ordena, a cada uno por su lado, vigilar y cuidar del otro. Ninguno de los dos sabe que esto es una treta de sus superiores para tenerlos ocupados.

Muy pronto Emily descubre la maraña de mentiras en las que sus jefes los han envuelto a los dos pero, al mismo tiempo, se topa sin querer con un caso en el que unos maleantes pretenden suplantar la identidad del rey. Llegados a este punto, es el momento de contarle a Grant cómo está la situación y pedirle su ayuda para que resuelvan juntos el caso real con el que se ha encontrado, pues, solucionándolo, conseguirían que les devolvieran a los dos la confianza que tuvieron en ellos en otro tiempo.

Entre los muchos problemas con los que tienen que bregar, se encuentra la irresistible atracción que surge entre ellos, algo que ninguno de los dos, cada uno por diferentes motivos, tiene intención de prorrogar una vez que finalice el caso. Claro que ni Emily ni Grant contaban  con que se iban a enamorar.

Cuando leí la primera novela de esta serie, Desde Londres con amor,  ya dije que era sumamente ligera, floja, que no aportaba nada y además era previsible. Sin embargo, también dije que me había entretenido.

Con la segunda entrega,  El deseo nunca muere, y aun siguiendo el mismo patrón de la primera, me encontré con que la historia tenía mucha más sustancia y me dejó un buen sabor de boca.

En este tercer libro, Amantes para la eternidad,  se repiten las mismas pautas que en las dos novelas anteriores, pero la trama es mucho más completa y me lo he pasado bien leyéndolo. Además, descubrimos quien es la misteriosa Lady M.

Podría decirse que esta trilogía de espías ha ido “in crescendo”  y el resultado, desde mi punto de vista, es el de una lectura agradable y sin pretensión alguna más allá del entretenimiento.  Son novelas sencillas, ingenuas y sin ningún tipo de artificio. Todo se va desarrollando cómo y cuándo corresponde. No hay malentendidos embrollados ni dudas sobre cómo se resolverán los problemas. Es todo tan simple y natural que a medida que vas leyendo ya sabes lo que va a ir pasando. Incluso Lady M es quien corresponde ser de forma natural para que encajen todas las piezas de este sencillísimo puzle que supone la trilogía.

Y qué queréis que os diga, pero después de ponerme ciega a leer novelas de Regencia donde todo es más de lo mismo y lo único que cambian son los nombres, a mí me parece que la autora, aun habiendo creado unas tramas infinitamente simples, al menos ha tenido la imaginación suficiente como para salirse del tópico y ha hecho tres novelitas que se leen de un tirón y que no sorprenden, pero te procuran un rato agradable. No son ni memorables ni pasarán a la historia, pero dudo mucho que Jenna Petersen pretendiera hacer otra cosa que lo que ha hecho: unas historias para pasar el rato.

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