Johanna Lindsey - No traiciones a mi corazón

Valoración:

Crítica realizada por Katon

A fin de defender su castillo de aquellos que quieren tomarlo por la fuerza, Reina, la señora de las tierras de diecisiete años, acuerda un matrimonio de conveniencia con Ranulf, un apuesto gigante con tropas bajo su mando. El trato, en un principio, parece simple: ella le ofrece un título y respetabilidad; y él le brinda su lealtad y sus armas.

Pero Reina jamás soñó con sentir la fuerza de la fiera pasión de ese hombre, y Ranulf nunca se imaginó que capturaría el corazón de la joven dama.

En esas tierras en guerra nadie creía en el poder del amor.

En ausencia de su padre, Reina gestiona unas bastas propiedades. Ahora debe buscar marido cuanto antes. Su padre falleció en Tierra Santa hace unos meses y solo es cuestión de tiempo que se corra la voz y cualquier caballero la aborde y la obligue a casarse con él. El mayor de sus temores se cumple cuando son sitiados y hay pocos caballeros dentro del castillo para poder defenderlos. Cuando los asaltantes están a punto de acceder al patio interior un grupo de caballeros llegará para ayudar a Reina y sus hombres.

Reina desconoce quiénes son, pero tampoco importa, debe darles alojo y agradecerles su ayuda. Lo que la joven señora no sabe es que Ranulf y sus hombres habían ido a Clydon para raptarla. Ella no esperaba encontrarse con un hombre que más bien parecía un gigante rubio y apuesto, y Ranulf no podía imaginar que ese mozalbete con armadura en realidad fuera la señora del lugar.

Ranulf ha sufrido desde muy joven el significado de ser hijo bastardo de un noble. Despreciado por su padre fue enviado a formarse como caballero bajo la mano de un tirano. Allí conoció a sir Walter y a otros que en la actualidad lo acompañan. Ranulf es un mercenario, trabaja para aquel que pueda pagar su salario y siempre y cuando él decida aceptar la misión. Se acerca a Clydon sin haber accedido a aceptar esa misión, primero quiere averiguar un poco sobre esa joven que al parecer rehúsa casarse con su prometido, y segundo, Ranulf desprecia al hombre que cree le ha contratado. A pesar que lord Rothwell no le inspira ninguna simpatía, decide seguir adelante ya que necesita el dinero para comprar una pequeña propiedad que desea. Sus años de mercenario pronto llegarán a su fin.

La confianza de Reina se ve traicionada cuando Ranulf y sus hombres la secuestran. Cree estar en medio de una pesadilla cuando le informan de sus planes. Gracias a Walter consigue convencer a Ranulf para que no la entregue a ese depravado lord y, por el contrario, se case con ella. Así, él protegerá Clydon y sus tierras cuando tome posesión como marido de Reina. De vuelta a Clydon, Ranulf irá reorganizando la seguridad del lugar e irá disfrutando de su vida conyugal, todo lo contrario a Reina, que cada vez estará más frustrada con ese gigante que se excita en los momentos más insospechados.

A pesar de no tener una trama excesivamente complicada las situaciones y diálogos no tienen desperdicio. Ranulf es un gigante que se hace querer, con sus inseguridades, su instinto protector y su ceño fruncido. Esos sí, no había conocido a ningún héroe que fuera tan de gatillo fácil, pero Ranulf es de lo más cómico en los primeros encuentros con Reina, no para de preocuparse por si le hace daño, como ella es tan pequeña y delicada... creo que ella tiene muchísima paciencia, la escena del bosque, al principio de su llegada a Clydon es inolvidable. Menos mal que se le ocurre preguntarle a Emma "la pelirroja".

El apodo con que Ranulf llama a Reina no podía ser más acertado. Así como el humor que demuestra Ranulf en ciertas situaciones consiguen desconcertarla aun más. La relación entre los dos está llena de tiras y aflojas y ver cómo van cayendo sin darse cuenta ha sido muy divertido. La ambientación está muy bien narrada, sin caer en las excesivas descripciones pero situando al lector en la época en la que las mujeres eran meros juguetes. Los secundarios se merecen su mención aparte; entre Theo, el ayuda de cámara de Reina al que n puede soportar Ranulf, así como el joven Aylmar y lady Ella, la gata de Ranulf.

Para mí esta novela es de las mejores de Johanna Lindsey; tiene humor, pasión, enredos, equívocos y personajes muy bien estructurados. Solo le podría poner una pega, y no es a la novela en sí, si no a su traducción. Aun así no puedo dejar de recomendarla totalmente.


Crítica realizada por Mipeti

Ranulf, mercenario contratado por un supuesto prometido de Reina, acude a su castillo con el fin de secuestrarla y así casarla con ese hombre que dice tener derechos sobre ella y poder cobrar el dinero tan merecido y deseado. Sin embargo, sus deseos se ven truncados cuando logra raptarla y descubre que tal persona (el prometido) no lo es, y que ella, heredera de muchas riquezas, es disputada por muchos que desean poseer todos sus bienes. Con este planteamiento, ambos, por mediación inicialmente de una tercera persona, deciden casarse y así, conseguir lo que ambos desean: él, asentarse y tener sus propias tierras; ella tener a un consorte que defienda sus tierras y su gente.

Para empezar, debo decir que es un libro muy divertido. Las novelas de esta autora nunca me han parecido grandes historias de amor, pero no se puede negar que tienen mucho ingenio y son originales, en cuanto a situaciones que se presentan. Tanto Ranulf como Reina, lógicamente, acaban enamorándose. Él se siente muy atraído hacia ella, y allí donde la pilla la toma. Eso a ella le molesta, entre otros motivos porque deben guardar las apariencias. Y así comienzan sus tiras y aflojas: por la relación, por el gobierno, por la doncella de Reina (que es un chico homosexual que llegó a insuarse a Ranulf), por el padre de él que aparece en escena de nuevo para reconciliarse, por el malo malísimo que siempre es una amenaza constante...

En fín, un libro con aventuras y desventuras, con risas y algunos momentos tiernos. De esos antiguos que te dejan buen sabor de boca y que deseas volver a leerlo algún día.

Muy bueno.

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