Crítica realizada por Mariam
Cuando Elizabeth Royle sueña que va a casarse con un príncipe, nada puede alejarla de lo que siente como una auténtica premonición: ni lo que diga la gente, ni las risas de su hermana Mary frente a tan descabellada idea. Cuando por fin conoce al hombre con quien quiere pasar el resto de su vida, sabe que se cumplirán todas sus ilusiones. Pero la cruda realidad desmoronará sus fantasías: su amado va a desposarse... y nada menos que con una princesa. Lo que sería un obstáculo para cualquier mujer se convierte en un tentador desafío para Elizabeth: conquistará a su futuro marido bajo cualquier circunstancia. Y elige acercarse a él de un modo arriesgado y excitante: acepta el puesto de dama de compañía de su prometida. Aunque la pequeña de las Royle no se imagina aún las sorpresas que le esperan: para comenzar, el noble de quien se ha enamorado guarda un secreto que puede cambiar su vida.
UNA JOVEN DISPUESTA A TODO...
Elizabeth, la única soltera de las hermanas Royle, siente que sus más profundas ilusiones se harán realidad cuando se encuentra cara a cara con el hombre con el que soñó. Su emoción no puede ser mayor: él parece arrancado directamente de los más ocultos deseos de su mente. Aunque su matrimonio está muy cercano en su profusa imaginación, la realidad se impone en cuestión de segundos: los rumores de que ese apuesto joven está prometido con la princesa de Gales, la bella Charlotte, son ciertos. A pesar del golpe, Elizabeth -que es toda una Royle- no se rendirá fácilmente; hará uso de todas sus armas para conquistar a su amado.
… PARA ALCANZAR EL SUEÑO DE SU VIDA.
Alguien quiere eliminar al príncipe Leopold, por lo que debe esperar en la seguridad de su hotel en Londres, en lugar de exponerse al enemigo y perder la oportunidad de cortejar a la princesa de Gales. Su primo Sumner está dispuesto a cumplir con la delicada misión que le ha sido encomendada: apoyar, proteger y defender a su pariente, aceptando incluso que muchos lo confundan con él. Este frecuente error favorece su plan, desviando la atención de los asesinos; sin embargo, aún no se imagina que una cuestión de tan poca importancia como ser tomado por
otro hombre pueda cambiar su vida, en más de un sentido.
Con Cómo conquistar a un príncipe Kathryn Caskie pone punto final a la divertida trilogía de las hermanas Royle. La mayor incógnita de estas novelas -además de si las trillizas lograrán casarse antes de que termine la temporada- es sin duda si son o no las hijas secretas del príncipe de Gales. ¿Se descubrirá por fin la respuesta a esta pregunta?
Por supuesto no os lo voy a desvelar pero sí trataré de exponer mi opinión sobre la esperada historia de Elizabeth Royle.
Sin lugar a dudas, en mi caso, era la tercera trilliza, Elizabeth, la que más intriga despertaba. El porqué es sencillo. Ese don que tiene para ver el futuro a través de sus sueños creó unas expectativas en mí sobre su historia. Pues tras presagiar las bodas de sus dos hermanas ¿llegaría el día en que soñaría con su futuro marido? Sin embargo su sueño es un tanto confuso... en realidad siempre lo son y, en ocasiones, no se cumplen al pie de la letra.
En primer lugar debo decir que, en líneas generales, en mi opinión esta novela sigue el esquema de las dos anteriores. Como sus predecesores me ha parecido una historia sencilla, divertida y aunque no me ha mantenido en suspenso sí me ha hecho pasar un rato entretenido. No es una novela muy larga. Eso, junto a la agilidad de los diálogos hace que se lea muy rápido. Sin embargo, también debo decir que de las tres es la que menos me ha gustado. Puede que sea porque, como digo, es de la que más esperaba.
Cuando comencé a leer esta trilogía, sinceramente, lo hice por curiosidad. No esperaba unas novelas intensas, profundas ni de ésas que despiertan grandes emociones. Pero en su sencillez me parecieron lecturas agradables y sin complicaciones. Libro tras libro se ha repetido lo mismo. También en Cómo conquistar a un príncipe, si bien no es mi preferida de las tres.
El punto de partida me pareció muy atractivo. Elizabeth sueña con su futuro marido que es nada y nada menos que uno de esos príncipes de nombres rimbombantes, Leopold de Sajonia-Coburgo-Saalfield que, por desgracia para Lizzy, se rumorea está comprometido con la princesa Charlotte (la que podría ser su hermanastra si se comprueba que realmente es hija de príncipe de Gales). No obstante, enseguida descubrimos que en realidad el hombre que atrae a Lizzy es Sumner, Lord Whitevale, primo del príncipe de Sajonia, militar y también guardaespaldas del susodicho príncipe.
Después de que el príncipe recibiera varias amenazas de muerte, a causa del gran parecido físico que los une, Sumner decide hacerse pasar por él para protegerlo. Y claro... así nace el malentendido entre Sumner y Lizzy. Pero el príncipe que Lizzy conoce no es en realidad el verdadero y Sumner no puedo confesar la verdad.
La historia es entretenida, pero ha habido algunos momentos en que las situaciones que se desencadenaban no me resultaban divertidas ni excesivamente interesantes. Más bien tenía la sensación de que, en ocasiones, los personajes de Charlotte y Leopold, más que hacer más compleja la novela interponiéndose entre Lizzy y Sumner, le quitaban fluidez y naturalidad a la historia. Por un lado es comprensible que estos personajes actúen un poco como escollo a salvar, a pesar de que no son los antagonistas ni enemigos de la pareja protagonista, pero por otro lado, al ser parte de la charada que se representa para salvaguardar la vida de Leopold y el compromiso entre la pareja de príncipes, creo separan demasiado a Lizzy y Sumner y les roban protagonismo.
En cuanto a la pareja protagonista en sí, la de ellos me parece una historia bonita que da lugar a una trama sencilla, romántica y muy agradable de leer. Me ha llamado especialmente la atención el protagonista masculino, Sumner, pues se aleja un poco del estereotipo de protagonista mujeriego e irresponsable de anteriores libros. Al contrario, Sumner es un hombre muy responsable y con gran sentido del honor, un hombre que antepone su deber como soldado y guardaespaldas a sus sentimientos.
Y, como no, como secundarios persiste el mismo plantel de novelas anteriores: las otras dos trillizas con sus respectivos maridos, el club de viejos calaveras que actúan como celestinos un tanto peculiares y que propicia situaciones un tanto disparatadas.
Con todo Cómo conquistar a un príncipe me ha parecido una novela sencilla, sin demasiadas pretensiones que, sin ser la que más me ha gustado de la trilogía, me ha sorprendido, sobre todo por el personaje de Sumner. Como digo me ha gustado que se alejara del estereotipo de noble despreocupado, aficionado al juego, las mujeres y el alcohol. Es ese carácter serio y sacrificado lo que han hecho que una historia que no cumplía con mis expectativas acabara entreteniéndome y me dejara un buen sabor de boca.
En cuanto al gran interrogante de esta trilogía, por supuesto no voy explicar nada.
En definitiva, creo que Cómo conquistar a un príncipe es una novela que sigue la línea de las dos anteriores, con una trama sencilla, donde imperan los diálogos, los malos entendidos y el sentido del humor, lejos de historias desgarradoras o con gran carga emocional pero con una trama romántica y bonita.
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