Crítica realizada por Irdala
Libro 4 de la Serie Los Stanislaski
El policía de Nueva York Alexei Stanislaski estuvo a punto de arrestar a la sexy guionista de televisión Bess McNee por ejercer la prostitución, cuando en realidad ella estaba investigando para una serie. Y nunca hubiera pensado que iba a resultarle tan difícil mantenerla alejada de su trabajo y de su vida.
Después de conocer a Alex, Bess decidió que tenía que convencerlo para que le dejara acompañarlo en su trabajo. Pero no contaba con que el irresistible detective no era sólo absolutamente perfecto para su investigación... Sino también para ella.
Este es el cuarto libro de la serie Stanislaski y en él conocemos la historia de amor del último de los hermanos de esta familia de emigrantes ucranianos afincados en Estados Unidos.
Bess es una guionista de una serie televisiva de mucha audiencia que tiene por norma experimentar in situ las situaciones que quiere plasmar en sus guiones. Una de las protagonistas de su serie es una mujer que de día ejerce la abogacía y de noche la prostitución, por eso Bess, para impregnarse bien de la realidad de las chicas de la calle, decide colocarse en una esquina, pintada como una puerta , subida en unos tacones de vértigo y vestida de pilingui… con bolsito y todo.
Alex es un policía que está investigando el asesinato de dos prostitutas. Le acompaña otro poli, novato para más señas, al que está poniendo al día de los entresijos del barrio.
Una de las habituales “damas de la noche” se acerca a Bess para preguntarle quién es su chulo, y antes sus vagas respuestas, imagina que puede ser una poli. Ante la negativa de Bess la reta a que se ponga a trabajar a ver cómo se le da. Insuflándose de valor, Bess se acerca a Alex y a su compañero. La prostituta, más suelta (claro) y sabiendo que Alex es policía, propone una cama redonda. Las cosas se desmadran un poco y las dos chicas acaban en comisaría.
El malentendido se soluciona, pero Bess ha quedado prendada del poli y del ambiente que se respira en la oficina de policía. Por supuesto, quiere plasmar ese ambiente en su serie, y para eso necesita pasar un día entero en la comisaría y, más concretamente, viendo el día a día de Alex.
Ni qué decir tiene que nuestro protagonista no está dispuesto a algo así. Primero porque interrumpiría su trabajo, ya que desde que la ha conocido piensa a menudo en ella, y segundo porque no desea tener pegado a él a nadie que pueda interrumpir su trabajo o, incluso, echarlo a perder.
Pero Bess tiene muy buenas amistades y consigue del alcalde, fan número uno de la serie que ella escribe, que hable con el jefe de Alex… Y por supuesto acaba al lado del policía.
Bess además se propone ayudar a la prostituta que conoció en la calle y termina entablando con ella una buena relación. Le ofrece dinero para que le cuente su historia de manera que pueda dejar el oficio.
Como todas las novelas de esta serie, El primer encuentro es una novela corta cuyo desarrollo de la historia no da para mucho. Hay una trama de prostitución y asesinatos, como telón de fondo, en la que no se profundiza, pero que la autora sabe resolver al mismo tiempo que se desarrolla la trama romántica. Vamos, que le sirve de decorado a la novela y no necesitas más.
La historia personal de Bess ha hecho de ella la mujer simpática, sociable, cariñosa, engañosamente inocente, dulce, observadora y natural a quien todo el mundo adora.
Alex se enamora muy fácilmente de ella y duda que Bess le corresponda de verdad y para siempre. No se cree su amor y, en este caso, creo que es la primera vez que un hombre Roberts (por supuesto no carece de las características maravillosas de estos chicos Roberts), tiene miedo a comprometerse. Además, debido a su profesión, no quiere compartir con nadie lo sucio y lo duro de su oficio, ni exponer a Bess al dolor que supone el riesgo que conlleva su trabajo.
Por supuesto, en esta novela vuelven a salir todos los protagonistas de los anteriores tres libros y también los progenitores de los hermanos Stanislaski. Nuevamente se vuelve a respirar ese ambiente de dulce hogar y de familia bien avenida que tan bien sabe plasmar Nora Roberts.
Sin duda estamos ante otra novela que no es ni de lejos un novelón, pero que resulta amena, agradable y entretenida. Desde luego yo recomiendo la serie entera, porque por separado, aunque se puede leer sin problemas, se queda un poco coja, pues a pesar de que cada libro cuenta su correspondiente historia de amor, para mí, todos los libros juntos forman un todo.
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