Crítica realizada por Mc2
Libro 3 de la Serie Institutrices
Después de nueve años, la señorita Hannah Stterington ha decidido vender la Distinguida Academia de Institutrices para investigar en un pasado personal lleno de secretos. Para poder hacerlo ha accedido a ser la acompañante de la tía del oscuro Douglas Pippard, lord Raeburn, un hombre del que se rumorea que ha asesinado a su esposa. La nueva tarea de Hannah no es más que un enrevesado plan trazado por Douglas para seducirla y vengarse de ella. Pero su satisfacción no durará mucho porque ella ha tomado las riendas y revive en él una pasión que no ha sentido desde hace nueve años. El fuego que siempre ardió entre ambos se aviva con cada roce, con cada mirada, hasta el punto de que Douglas casi olvida sus planes de venganza.
Se trata del tercer libro de la serie Institutrices. Pero como los anteriores Entregada y Comprometida se puede leer de forma independiente.
La señorita Hannah Stterington es, a sus veintisiete años, una joven entregada a su trabajo como directora de una academia de institutrices. Tras sentirse acechada y amenazada por tres hombres desconocidos, decidirá vender su academia y aceptar el empleo de dama de compañía de la anciana tía del Conde de Raeburn. Pero al llegar a Presham Crossing descubrirá que una maldición pesa sobre el lugar, y su marido se haya en el centro de la misma. Su marido Dougald Pippard, aquel del que huyó hace nueve años. Pero todo ha sido amañado y manipulado por Dougald y sus ansias de venganza, para volver a tenerla a su lado. Durante nueve largos años ha gastado fortuna y tiempo con el único afán de encontrarla. El conde de Raeburn no tuvo una infancia feliz y cariñosa, sino que estuvo marcada por un padre frio y autoritario. Esa falta de cariño le llevó a un matrimonio sin amor con una joven que había abandonada su niñez poco tiempo antes y sin recursos para sobrellevar un matrimonio con el único afán de obtener un heredero. Pero el tener que crearse una vida por sí misma a los dieciocho años ha hecho madurar a Hannah y Dougald lo tendrá difícil para amilanarla. Aunque el hecho de disponer de información sobre su desconocida familia la impidan abandonarle de nuevo.
Pero el lugar parece maldito, los anteriores condes y sus descendientes fallecieron en sospechosos accidentes, y tanto Dougald como Hannah se verán inmersos en intentos de acabar con sus vidas. Pero Raeburn ha cambiado. Ya no tiene las mismas prioridades y el temor de que haya nuevos peligros acechando por los pasillos y dependencias del castillo le llevarán a comportarse de una manera dura y fría con Hannah, solo para alejarla de allí. Solo que ella no se dejará amilanar y vislumbrará que hay algo detrás de su comportamiento y sus intentos de echarla de allí.
Se trata de una encantadora, entretenida y amena novela de Christina Dodd, con una buena dosis de misterio y un amor, que los protagonistas no quieren en principio aceptar. Casados cuando ella era excesivamente joven, a Hannah le costó aceptar un matrimonio aburrido, en donde solo encontraba pasión por las noches, mientras los días eran largos y solitarios sin ninguna labor en la que entretenerse y con una falta completa de comunicación con su esposo. Pero al final la vida le hizo madurar y le permitió enfrentarse de verdad a su vida y a su esposo. Un hombre al que nunca ha podido olvidar. Lo mismo ha necesitado Dougald. Tras enfrentarse muy joven a los negocios de su padre no supo vislumbrar las prioridades de su vida, intentando mantenerse siempre en la cima, a costa de abandonar a su mujer. El punto cómico en esta novela lo han tenido las cuatro excéntricas ancianitas a las que tenía que cuidar Hannah. Sus despistes, su sinceridad y su afición a casamenteras también me han resultado entretenidos. Hasta el asesino, o mejor dicho los asesinos, no se descubren hasta el final. Ni siquiera sospeché sus identidades hasta el final. En fin un libro ameno, aunque sin grandes pretensiones, pero que seguro releeré en más de una ocasión.
Le doy un 4 sobre 5.
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