Crítica realizada por Mencía
Estamos ante una novela de segundas oportunidades con lo que desde el primer instante sabemos el amor que se profesan sus protagonistas y conoceremos el obstáculo que ha impedido su unión.
En esta ocasión su autora nos presenta a Evelyn Thorne como una joven decidida a casarse con su amor de juventud a pesar de que el caballero ha pasado seis años alejado de ella, sin responder a sus cartas, y sin dar muestra alguna de sentir un afecto especial por ella más allá del fraterno.
Sam es un bastardo al que el padre de Evelyn crio como a un hijo, pero tras un beso, con el que la joven sigue soñando, aquel muchacho abandono su casa, primero para estudiar medicina y más tarde para enrolarse en la Marina como cirujano. A pesar de los años y el silencio que acompañó a todas sus misivas, Evelyn no ha podido olvidarlo. Ahora con su regreso espera tener la oportunidad de conquistarle, es su tercera temporada y hasta ahora ha rechazado a todos sus pretendientes. Sam es el hombre que ama, está segura de ello. Sin embargo debe reconocer que su nuevo pretendiente el duque de Saint Aldric es un hombre excepcional y no puede evitar sentir un cariño especial por él.
Pero a pesar de todos sus esfuerzos Sam vuelve a rechazarla una y otra vez. Incluso la empuja a casarse con el duque ya que considera que Michael Saint Aldric es el hombre perfecto para convertirse en su esposo.
Sam lleva seis años en el infierno de un amor correspondido pero a todas luces ilícito. De nada le ha servido permanecer lejos, intentar ahogar la inclinación malsana de la que se cree preso con oraciones, Evelyn forma parte de él y siempre la amará. Sabiendo que su amor es del todo imposible pondrá todo su empeño en rechazarla, empujándola a comprometerse con un hombre que reúne todas las cualidades para hacerla feliz.
Tras el compromiso, Sam descubre el engaño al que fue sometido y se da cuenta de que ya no existe el obstáculo infranqueable que les impedía unirse. A pesar de ser consciente de la oposición de su padre, de que no es libre para revelar a la joven los motivos que antes le llevaron a rechazarla, incluso, a pesar del lazo que le une al hombre con el que acaba de comprometerse, Sam no está dispuesto a renunciar a ella. Ahora es el momento de luchar por su amor, todavía están a tiempo... o no.
Con este planteamiento es fácil de adivinar que estamos ante la historia de amor profundo pero irremediablemente difícil. El hecho de que el tercero en discordia, lejos de resultar repulsivo, sea a todas luces un hombre estupendo aun nos lo complica más. Y si soy sincera, la solución que procura a esta pareja su happy end me ha resultado un tanto triste para un duque de tan maravillosa estampa y generoso corazón.
El mayor pecado es una novela de reencuentro con la carga emocional y de secretos que conlleva este tipo de obras. Nos habla de amor, del dolor que acarrea la separación, de generosidad y egoísmos. La trama tiene un punto original y el sencillo estilo de su autora hace que sea de fácil y entretenida lectura. Disfruté con el final feliz, pero me encantaría descubrir que a Michael, duque de Saint Aldric, también le deparará el futuro su propia historia de amor.
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