Crítica realizada por Maddy
Su gran afición por la pintura mueve a la joven Cerynise desde su tierra natal hasta la vieja Europa, una vez allí es acogida por una buena amiga de la familia, quién no duda en convertirse en su mecenas. Desgraciadamente, la anciana mujer fallece a los pocos años, dejando como heredero a un sobrino lejano, quién una vez llegado a la mansión priva de todos sus privilegios a la joven dama.
Intentando huir de tan precaria situación, Cerynise conseguirá un pasaje en un barco americano que la llevara de nuevo a su hogar. Cuál es la sorpresa que el capitán del mismo no es otro que Beauregard, su vecino y amor platónico de la infancia. Tras explicarle el aprieto en el que se encuentra involucrada, Beau no duda en echarle una mano.
Pero la situación se complica más cuando el sobrino de su antigua mecenas reclama su tutoría, algo que la impediría abandonar el país. La única solución: que la custodia de Cerynise pase a ser responsabilidad de su marido. ¿Pero quién osaría a desposarla?
Beau, movido por la antigua amistad que lo une al padre la joven, y en el papel de todo un caballero decide ser su tabla de salvación. De todas formas, una vez que lleguen a América, no habrá problemas para disolver el matrimonio, ya que tiene pensado no consumirlo.
Toda la situación queda bajo un acuerdo secreto entre los dos jóvenes, pero la dura travesía hacía al hogar pondrá a prueba sus sentimientos, y las emociones de Beau flaqueran. ¿Por qué demonios aquella desgarbada muchacha tiene que haberse convertido en una mujer tan deslumbrante?
En esta ocasión Katheleen Woodiwiss nos deleita con la historia del primogénito de los personajes de “La llama y la flor”. Aunque el libro no es tan intenso como el de sus predecesores, la historia posee todos los matices para disfrutarla: dos personas que se conocen desde la infancia, una mujer en apuros, un caballero dispuesto a ayudarla y una larga travesía en barco.
Una novela para disfrutar desde el principio hasta el final, cargada de sentimientos, aventuras, pasión y acción. Además posee uno de los pasajes más tiernos que he leído. En definitiva una apuesta segura.
Mi puntuación: un nueve (sobre 10).
Crítica realizada por Katon
Tras la muerte de sus padres, Cerynise se marchó a vivir a Inglaterra ya que su tío y único pariente no se creía capacitado para criar a una jovencita. En Londres ha sido feliz, ha desarrollado al máximo su talento con la pintura y ha vendido satisfactoriamente alguno de sus cuadros, pero la repentina muerte de su mentora y amiga la sumirán en una difícil situación. Con la llegada del sobrino y heredero, Alistair Wintrhop, Cerynise es echada de la que había sido su casa en los últimos años, sin dinero, sin ropa y sin sus cuadros. No le queda más remedio que ir al puerto y localizar el primer barco que parta hacia las Carolinas.
Gracias a un viejo marinero conseguirá subir al barco de Beauregard Birmingham. Beau había asistido a la escuela que dirigía el padre de Cerynise ,y, aunque se echó a la mar a una edad temprana, siempre volvía para visitar al profesor y para proteger a su hija. Cerynise había sentido ese amor infantil por el único chico al que no le importara que fuera alta, y que hiciera las mismas cosas que los chicos. Pero ese sentimiento de la infancia hacía tiempo que había desaparecido, o eso pensaba Cerynise hasta que tuvo delante a Beau Birmingham.
Beau es capitán del Audaz, barco mercante que está terminando de llenar sus bodegas antes de regresar a Charleston. Sabe que llevar a Cerynise es un riesgo, la atracción que siente con solo tenerla delante es una distracción que no se puede permitir en su viaje de vuelta a casa. Por eso decide ayudarla para que otro capitán la lleve en su barco. La visita de Alistair y Rudd, su amigo abogado, que exigen que Cerynise vuelva con ellos ya que ha asumido la tutoría de la joven, obligarán a Beau a cambiar sus planes. Para evitar que acudan a un juez y retrase la salida del barco, Beau le planteará a Cerynise la única solución posible. Deben contraer matrimonio cuanto antes. Y por nada del mundo va a permitir que su esposa viaje en otro barco.
La travesía traerá más de una sorpresa, esta autora consigue que algo tan aburrido y banal como el viaje en el barco se convierta en el despertar de sentimientos y en situaciones que cambiarán a ambos personajes. Me ha gustado cómo Beau trataba a Cerynise y entendía las razones por las que ella no quería encariñarse mucho con él. De la estancia en el barco destaco cómo se cuidan el uno al otro cuando caen enfermos, la paciencia y solicitud de Beau , y el tesón y la ternura de Cerynise. Aunque ambos creen que al llegar a América la anulación de su matrimonio será un hecho. Cuando la acción se ha trasladado a Charleston ha mantenido la atracción de la historia. Más de una sorpresa y de algún susto queda todavía por descubrir y Beau tendrá que estar atento para proteger a lo que más quiere.
He leído este libro justo después de La llama y la flor, y reconozco que las similitudes que hay me han sorprendido al principio, pero luego han hecho que lea este libro con algo de nostalgia. Aunque me ha gustado mucho reconozco que carece de la intensidad de La llama y la flor, de esa pasión que surgía de cada página. Pero a pesar de todo eso es una novela impecablemente escrita, con una trama ágil en algunos momentos y con unos personajes muy interesantes. Además de contar con la aparición de Heather y Brandon ya algo más maduros, pero tan atractivos, ocurrentes e interesantes como siempre.
Recomiendo esta novela por varias razones, porque es la continuación de una gran novela, porque está maravillosamente escrita y porque de vez en cuando apetece leer un gran libro, y este sin duda lo es. Para mí este es un libro que toda lectora de novela romántica debería tener.
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