Crítica realizada por Mencía
Quintus MacLachlann era arrogante, y no se arrepentía de serlo. Cuando le pidieron que se hiciera pasar por un hombre casado para infiltrarse en la sociedad de Edimburgo, disfrutó del desafío de estar «casado» con la testaruda aunque hermosa Esme.
Esme no disimulaba su desprecio hacia aquel canalla vanidoso. Era la última persona sobre la tierra con la que podía imaginarse casada, fuera verdad o no. Pero, mientras se veía obligada a hacerse pasar por la esposa de aquel gandul, sus sentimientos hacia él comenzaron a cambiar…
Nos encontramos ante una de esas parejas que sienten mutua animadversión, y que por lo tanto dan juego a que la autora nos ofrezca unos diálogos rápidos, incisivos y divertidos.
Quintus MacLachlann es un noble escocés, repudiado por su familia debido a los excesos que cometió en su juventud. Si no acabó tirándose de cabeza al río fue gracias a Jamie McCallan, un amigo de estudios que le recogió y le ofreció un trabajo con el que poder sostenerse.
Esme es la hermana de Jamie. Trabaja para él, al igual que Quintus. Por desgracia, su condición de mujer no le permitió ser abogado como su hermano, pero su inteligencia y dedicación la han convertido en su mejor aliada.
Desde el primer momento Esme juzgó a Quintus por su pasado y el hecho que él parezca divertirse, enormemente, cizañando; no le ha ayudado en nada a que cambie de opinión. Y es que, para Quintus, Esme con su diligencia y firmeza es una fuente inagotable de estímulo...
Cuando Jamie recibe una carta de Catriona McNare, su antiguo amor, en la que precisa de sus servicios, no duda en enviar a la pareja: Quintus, haciéndose pasar por su hermano el conde de Dubhagen, podrá obtener la información que Esme con sus amplios conocimientos podrá valorar.
El viaje, y la farsa que deben interpretar, les permitirán descubrir la verdadera personalidad y sentimientos que esconden.
Un rufián para una dama es de una trama sencilla, pero adictiva. Quintus se hace de querer tanto con sus modales de granuja, como cuando nos descubre sus inseguridades. Pero lo que más me gustó fueron los diálogos y acciones que lleva a cabo la pareja a fin de cicatear al contrario. Ese “patito” aun consigue que sonría jaja ¡Pobre Quintus!
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Crítica realizada por Katon
Esme y Quintus casi no se lo podían creer cuando iban en un carruaje hacia Edimburgo. Quintus MacLachlann había salido de Escocia hacía diez años, repudiado por su familia a causa de sus excesos con el alcohol y el juego. Todos sus amigos le dieron la espalda, todos excepto Jamie McCallan, el hermano de Esme, que le ayudó a salir del pozo, le acogió una temporada en su casa y le dio un trabajo. Quintus se lo debe todo a Jaime por eso acepta a regañadientes viajar junto a Esme a Edimburgo.
Esme trabaja en la sombra para su hermano, redacta los documentos legales y busca información sobre los diferentes casos, pero como es una mujer nunca podrá ser abogado. Aunque su hermano confía en Quinn ella no lo hace, no se fía de él, cree que aún mantiene los vicios del pasado, además cada vez que se encuentran más que hablar, discuten. Quinn disfruta acicateándola a cada momento y Esme no pierde ocasión en responderle. Pero Esme no desea ir a Edimburgo por dos razones, una es porque debe fingir ser la esposa de Quintus y la otra es porque van a ayudar a lady Catriona McNare, la mujer que dejó plantado a su hermano hace cinco años porque era un simple abogado.
Haciéndose pasar por los condes de Dubhagen llegan a la señorial casa de Edimburgo. El verdadero conde, Augustus y su esposa viven en Jamaica y el parecido de Quintus con su hermano propician la farsa. La primera prueba llega nada más llegar, cuando Quinn tenga que enfrentarse con el mayordomo que lo conocía de joven, McSweeeny. Superado ese primer obstáculo se preparan para iniciar varias reuniones sociales e intentar averiguar las verdaderas finanzas del conde de Duncombe.
Parece que los problemas los persiguen y ya en la primera cena, organizada por Catriona, Quintus tendrá un pequeño enfrentamiento con Gordon McHeath, que resulta ser su abogado y el del conde Duncombe. Pero Quintus está representando un papel y deberá ser fiel a él hasta el final. El abogado de ambas familias será un personaje que creará dudas a lo largo de la trama y que enfrentará a Quinn y Esme en más de una ocasión.
Lo mejor de la novela son los diálogos y enfrentamientos entre Quinn y Esme, algunas situaciones embarazosas que protagonizará la pareja. Unos díalogos ágiles, llenos de dobles sentidos y acompañados de miradas elocuentes, entre “pastelito” y “patito” he tenido una sonrisa a lo largo de toda la novela. Pero también me ha gustado ver cómo un hombre como Quintus, independiente, fuerte y aparentemente inmune a todo, es también un hombre arrepentido de sus errores pasados y deseoso de convertirse en una persona mejor. La pasión entre Quinn y Esme no tardará en aparecer, con un solo beso el destino de ambos quedará sellado y la estancia en Edimburgo será más peligrosa de lo que esperaban en un principio.
De lectura rápida y fácil pero que me ha mantenido pegada a la silla durante toda su lectura. Algo refrescante ideal para leer en estos días si no se quiere una novela demasiado extensa.
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