Crítica realizada por Mencía
Sólo un pensamiento la obsesionaba: ¡escapar! Lucy estaba dispuesta a cualquier cosa con tal de escapar del convento en el que vivía desde hacía años. Pero jamás habría imaginado que el mundo le reservase tantos peligros... y tanto deseo.
Sir Alexander Breton la había ayudado cientos de veces y había despertado en ella unas ansias que su honor nunca le permitiría saciar. El viudo Alexander Breton había elegido las cruzadas para huir del dolor. De hecho, en cuanto cumpliera con aquella misión, tenía planeado tomar los votos monásticos. Pero el destino quiso que encontrara a Lucy, una valiente y bella inocente que lo necesitaba...
Un viudo, recién vuelto de las cruzadas y con el firme propósito de tomar los hábitos, se encuentra con una novicia coja en su camino…
Hay que reconocer que las circunstancias que rodean a esta pareja son de lo más original. Lo cierto es que la novicia está deseando encontrar la forma de escaparse del futuro que le aguarda en el convento y que el monje en ciernes, a pesar de su vocación religiosa, no puede evitar sentir los deseos de la carne.
Alexander Breton tiene una misión que cumplir, su amigo y compañero en las cruzadas le entregó una reliquia a fin de que él pudiera entregársela a su hermano en Inglaterra, prometiéndole no tomar los hábitos hasta que concluyera su misión.
Está siendo perseguido por los caballeros negros que quieren hacerse con la reliquia, con lo que tiene que procurar llevar cuidado y ocultarse hasta lograr su objetivo. Proteger a la joven que ha sufrido el asalto de unos ladrones no hace si no complicar su situación, pero se ve incapaz de abandonarla a su destino.
Lucy, con doce años y enferma, es entregada a un convento por el primo que se ha hecho con el título una vez que han fallecido los miembros de su familia. Allí ha pasado todos esos años, sin sentir la llamada de Dios y preguntándose cómo era el mundo tras los muros. La necesidad de abrir una nueva abadía la pone en camino junto con otras religiosas. Durante el viaje se plantea abandonar al grupo e intentar hacerse una vida lejos del convento. Pero antes de poder poner en práctica su plan, son asaltadas y sus compañeras resultan muertas en la reyerta.
La atracción que sienten los protagonistas está abocada al fracaso, ya que la decisión de Alexander, de consagrar su vida a la oración tras la pérdida de su familia, es irrevocable. Es sobre esa cuestión donde se asienta la trama romántica de esta obra y el resto se convierte en la narración de un viaje lleno de peligros que no harán si no unir más a una pareja que se resiste a ello.
Todo un caballero está llena de momentos donde la tentación reina y de otros en los que la pareja intentará separar sus caminos. Es una obra de lectura rápida y amena, y me reportó una agradable tarde. Lo que no me gustó tanto fue el detalle milagroso del final, y la precipitación en el cambio que sufre su protagonista. Pero en el primer caso la autora es muy libre de introducir ese elemento, y en el segundo, es un mal que sufren muchas novelas cortas con lo que lo asumo bien.
Sin margen para profundizar pero entretenida, no está mal, me doy por satisfecha.
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