-Estas críticas están realizadas sobre la publicación de 2010-
Crítica realizada por Mencía
Acostumbrada a cuidar y velar por la seguridad de sus hermanos, Megan es una joven intrépida, de bello rostro moreno, a la que le divierten los retos y no le asusta el sonido del acero.
Si algo tiene claro el guerrero Duncan McRae, es que su vida es la guerra. Acostumbrado a liderar ejércitos, y a que la gente agache atemorizada la cabeza a su paso, al llegar al castillo de Dunstaffnage para asistir a la boda de su amigo Axel McDougall, se encuentra con un tipo de enemigo muy distinto al que conoce: la joven e inquietante Megan.
¿Conseguirían Megan y Duncan sobrevivir todos esos meses sin ahogarse? O por el contrario ¿la pasión les terminará consumiendo?
Opinión:
Lo cierto es que no sé cómo hacer esta crítica sin dejar que aflore, en exceso, el tremendo disgusto y depresión que me ha provocado su lectura, aparte de la tomadura de pelo e incredulidad que desde la primera página hasta la última me ha acompañado.
Debo reconocer que mi primera intención fue cerrar el libro, no es plato de gusto exponer deficiencias. Pero como soy de las que pienso que con silenciar no se consigue nada, y menos ganarnos el respeto que creo que nos merecemos, aquí me tenéis rompiéndome el coco intentando comunicar mi sincera opinión sin dejarme llevar por la irritación.
Cierto que a un buen número de lectoras nos gustan las novelas protagonizadas por los guerreros de las tierras altas de Escocia, y eso ya es un punto para asegurar las ventas ¿verdad?
Pero señores, repetir hasta la saciedad el término “highlander” y otras tantas veces “palabra de honor de highlander”, llamar doscientas mil veces al whisky “ agua de vida”, hartarnos de leer “sassenach” y pegarnos la barrila con los “haggis” y el handfasting, más que transportarnos a la Escocia medieval nos dan ganas de ir a patearles el mostrador de las reclamaciones. Porque me van a perdonar, pero no puedo llegar a imaginar a un guerrero de aquellos tiempos diciendo de un caballo que es odioso, o, “nunca me mientas, no lo puedo soportar”, o responder a la pregunta de “¿te gusto?” con un “me encantas”. Y por mucho que me repitan que le llamaban Halcón, su mirada de halcón, y halcón por aquí y halcón por allá hasta el aburrimiento, no me va a parecer más que un imbécil sin dos deditos de frente de nuestros días, al que le han colocado un kilt por atuendo.
¿De verdad que se han leído la novela antes de publicarla?
Si es así, que me expliquen si les parece normal que la pareja consume su unión en el bosque y a la mañana siguiente ese temidísimo y fuerte guerrero se vaya a buscar las hojas con la sangre virginal para frotarlas en las sábanas (jajaja). Por Dios, qué valor, qué vista, qué idiotez supina. Y qué suerte dar con ellas, y más aún que la sangre todavía estuviera fresca, claro que pensándolo bien el rocío mañanero puede obrar milagros.
En fin, sigamos con otro tema que me estoy calentando. Aunque no sea correcto, pienso que repetir palabras es un error que se puede más o menos disculpar sobre todo si es algo esporádico, además conociendo mis propias limitaciones suelo ser más o menos permisiva. Pero otra cosita es cuando es signo de dejadez, cuando repetir, repetir y volver a repetir, expresiones, adjetivos y palabras, se convierte en una afrenta a mi inteligencia. Que de tanto leer el color negro azulado del maravilloso cabello de la protagonista, la que ha acabado morada de contener la rabia he sido yo (lo siento Sra Bosé pero le han robado el puesto y sin recurrir al tinte). Que de tanto leer arcada, me he tenido que tomar una cucharadita de Motilum para contener las mías. Porque, a ver, ¿desde cuándo arcada es sinónimo de puerta? Pues aquí lo es y se abren y se cierran, faltaría más. Y lo siento, pero aparece tantas, tantísimas veces, que es imposible poder disculparlo con la excusa de que es un despiste.
Vayamos ahora a lo que es el argumento y los personajes, al fin y al cabo es lo que más nos importa.
Tenemos a una protagonista descerebrada y chuleta, una de esas chicas L’Oréal (porque yo lo valgo) que sufre un trastorno bipolar. Sabe de todo, todo, todoooooo. Oye pero de todo. Hace lo que quiere, cuando quiere, dice lo que le da la gana, cuando le da la gana, y allá las consecuencias. Su argumento: pues que a ella sólo le valen sus razones, y cuando éstas no tienen justificación, pues lo achaca a su carácter y Santas Pascuas, que por algo la llaman la Impaciente. Así que menos mal que estamos en el 1308, menos mal que a cada salida de tono el protagonista masculino se enamora más, menos mal que en aquellos tiempos ya sabían “pitorrearse” (quién lo hubiera pensado), menos mal que todos los hombres de cualquier edad y condición social caen rendidos ante semejante despliegue de mal genio, menos mal que sabe luchar con la espada y dar puñetazos, ya sea hombre o mujer el que se atreva a irritarla. Sí, menos mal, porque en nuestros tiempos nos caería gorda, pero por aquel entonces, está claro que eso despertaba admiración y se iban de rositas.
Por otro lado tenemos al protagonista masculino. Nos lo quieren presentar como un curtido guerrero forjado en mil batallas que no cree en el amor (pobre, en el pasado sufrió un desengaño). Ah! y tiene la fea costumbre de querer mandar (incomprensible e imperdonable ¿verdad?).
Bueno pues digo que nos lo quieren presentar, porque será de palabra, porque de pensamiento y obra es un calzonazos. Cursi y blandengue por momentos, y lerdo, cabezón y pánfilo en el resto. Qué curioso que este highlander, de nacimiento, tenga la extraña virtud de estar lejos en cuanto toca una escena en la que la valiente e insólita mujer se enfrenta al peligro. Para mí que entre sus amigos se debía de encontrar algún antepasado de David Copperfield porque aparece por arte de birlibirloque en el momento justo en el que ella ha resuelto la situación, y hala, a deleitarnos con una ración de enfado por la preocupación que le ha ocasionado y la consiguiente retahíla de, “eres única y me tienes rendidito a tus pies”. Para ser justas también tiene sus defectos, veréis, es de los que se le va la fuerza por la boca cuando no debe. Pero tranquilas, si no fuera así, a ver cómo se lucía la protagonista en su faceta “qué sufrida soy”.
En cuanto al desarrollo del argumento, pues os vais hartar de los malos malísimos de cuentos de niños que la prota se encargará de liquidar. Del odioso y malcriado hermanito que no hace más que provocar escenitas para que su hermana le salve y de paso deje a todos boquiabiertos con su valor; de la pureza de sangre y los pura sangres y la sangre pura, y que si en un lado son asquerosas escocesas y en el otro sassenach. Y por si acaso pudieras echar de menos la dosis de celos, pues también nos sirven una patética ración.
No soñéis con que, por lo menos, contenga unas escenas hot cargadas de pasión o sentimientos, ya os digo desde ahora que no. En la primera charlan tranquilamente al tiempo que se meten mano, pero viendo que llegan a la consumación, habrá que pensar que realmente están excitados. Visto lo visto, que el resto haya sido tan breve es de agradecer, la verdad.
Los diálogos me han dejado pensando en la edad y el coeficiente mental de los interlocutores (para mí que por entonces eran como niños porque, si no, no se explica). Pero también es verdad que hay muchos y eso siempre agiliza la lectura. Lo que es la narración en sí, salvo que por mi parte careciera en general de interés y a veces me liara, puede pasar. Incluso hay algún fragmento de descripción que me ha gustado. Contaditos con los dedos de una mano, pero haberlos hailos.
Se pudiera decir, que las doscientas primeras páginas fueron un calvario, pero debo reconocer que luego mejora algo y simplemente se convirtieron en un castigo. Algo es algo.
Soy de la opinión que cada cual puede escribir lo que quiera y como quiera, solo pido, por favor, que no me lo intenten vender si no reúne un mínimo de calidad. Y no es que el tema esté trilladísimo, que lo está. A mí eso no me importa: me encantan las novelas de highlanders y si la obra merece la pena, me da absolutamente igual. No es que los protagonistas no sean de mi agrado, que os aseguro que no lo son. No es que la ambientación parezca un “corta y pega” de otras obras, con dos datos de wikipedia, si quisiera o exigiera realismo puedo tirar de las enciclopedias o decantarme por novelas puramente históricas (pero ojo, eso no significa que me pongan a la vecina del quinto y al alcalde de mi pueblo, con su forma de hablar y reacciones, como protagonistas de una novela del Medievo y me dé igual). No es que se repitan palabras, expresiones, frasecitas de antología y tópicos hasta pensar que me están tomando por idiota. No, lo cierto es que es todo eso y mucho más.
Creo que tengo los años suficientes, la cultura mínima necesaria y la lectura de bastantes novelas en mi haber, como para saber lo que es una obra literaria y lo que no pasa de ser un trabajo para el instituto (y encima ésta suspendía). Si pagar 22€ por Deseo concedido no es una tomadura de pelo, que me digan entonces qué lo es. Así que, aún sabiendo que saldrán las que se tiren a mi yugular, las que me acusen de no apoyar a las autoras españolas y las que digan “ésta no tiene ni idea o de qué va”, aquí dejo mi crítica. Tengo la conciencia tranquila así que, que sea lo que Dios quiera.
Crítica realizada por Awen
Apoyo totalmente tu valoración, Mencía. Yo soy otra amante de las historias ambientadas en las Highlands, de esos imponentes guerreros y de las sangrientas batallas entre dos reinos irreconciliables: Inglaterra y Escocia. Así que, atraída por el argumento, me lancé a la lectura de Deseo Concedido. Y lo único que he sacado en claro de este libro es que he perdido el tiempo que invertí en leerlo. A pesar de que en cada punto y aparte mi mente suplicaba que no la siguiera torturando con aquello que nos habían vendido como novela romántica, mi obstinada curiosidad, que en ocasiones me lleva por caminos lastimeros, me obligaba a seguir leyendo mientras pensaba, erróneamente, que la historia despegaría en algún momento.
Creo que al argumento se le podía haber sacado mucho jugo. En la sinopsis se nos vende que, debido a una promesa, un poderoso y temido highlander ha de contraer matrimonio durante un año y un día con una valiente joven de sangre mestiza: tanto inglesa como escocesa. Por lo que yo me esperaba que la autora nos deleitara con una inquietante trama en la que la apresurada relación entre dos protagonistas de gran carácter nos cautivara con una bonita historia de amor.
Craso error. El argumento carece de interés. Y a los protagonistas es para darles de leches. Megan es una joven que dice lo que le da la gana a quien le da la gana. Es tan “valiente” que no le importan las consecuencias ni de sus palabras ni de sus actos. Es capaz de llamarle “gusano” a un temible guerrero escocés o descender por un pozo sin ayuda de una cuerda para salvar a alguien. Oye, y si la ocasión lo requiere, mata. Sin escrúpulos, sin remordimientos… nada, porque ella es muy valiente.
Y qué decir ya de El Halcón, un implacable guerrero escocés tan temido por los hombres como deseado por las mujeres. Un guerrero que tras haber sufrido un desengaño en el pasado y no confiar en ninguna mujer, mira tú por dónde, tras ver por primera vez a Megan queda completamente enamorado de ella. Y no me refiero a que después de encuentros empiece a sentir algo más que atracción por la joven, no. Me refiero a que ya desde el primer segundo siente algo especial por ella. Duncan es un protagonista sin fuerza ninguna, y no me refiero a la física. Parece un pelele. No ha conseguido cautivarme ni lo más mínimo, partiendo de que ni siquiera me he creído su personaje.
En fin, que como se puede apreciar, ni me ha gustado la historia, ni sus personajes. Ni siquiera he pasado un buen rato con los diálogos. Estos son aburridos y sin fundamento. No transmiten ninguna emoción pues son totalmente banales. Leyendo las conversaciones parece que asistimos a las peleas del patio del colegio.
Además, no puedo añadir más de lo que Mencía ha comentado acerca de repeticiones, tanto de palabras como de expresiones. (“Por San Ninian”, “Por San Fergus” y “Por todos los santos” aparecen por doquier, utilizadas sin piedad tanto para expresar conmoción, alegría o rabia).
No llego a entender cómo se puede considerar romántica una novela en la que la relación entre los protagonistas no te emocione ni lo más mínimo. En la que leyendo la historia de amor no sientas esa ternura, esa pasión que en ocasiones abandona el papel y se instala dentro de ti haciéndote sonreír o sobrecogiéndote el corazón. Eso es para mí una verdadera novela romántica y esos son los sentimientos que yo quiero vivir con su lectura.
Mi valoración, como se deduce, es mala.
Crítica realizada por Etien
Ayer, a las tantas de la noche, terminé de leer Deseo Concedido, de la autora Megan Maxwell, y debo decir, que me ha gustado mucho. Me ha parecido un libro entretenido, ameno, fresco, divertido, con grandes dosis de testarudez e inocencia, y sobre todo, un libro que trasmite sentimientos a raudales.
No es un libro que vaya a recibir el Nobel (gracias a Dios, los libros que han recibido este premio me suelen parecer super aburridos) ni tampoco es un libro histórico de estos que te cuentan mil cosas y usan un lenguaje técnico que ni su padre lo entiende (gracias de Dios de nuevo, quiero entretenerme leyendo, no sentirme analfabeta) es un libro sencillo, sin grandes dramones ni historias complicadas. Una historia que habla de una mujer con mucho genio y más carácter, con arranques de valor que la meten en mil líos, y sobre todo, una mujer acostumbrada a cuidar de su gente, sin pelos en la lengua y a veces sin mucho cerebro. También es la historia de un hombre, un guerrero rudo, fuerte, guapo, con mucho carácter y arranques de genio que le meterán en más de un aprieto con su mujer. Es la historia de un niño de unos siete años, travieso y casi calamitoso, que mete en líos a su hermana. Es la historia de las gentes de las montañas altas de escocia, de los conocidos Highlander, de sus idas y venidas, de sus guerras y lealtades, de personas buenas y personas malas, de odios irracionales entre ingleses y escoceses, y de mujeres que pagan por tener la sangre mezclada si haberlo pedido.
Es una historia bonita, amena, larga (más de quinientas páginas) con toques de humor, y momentos de emoción. Con mucha cabezonería y bastante diversión.
Podría contar que Megan, la protagonista, es una mujer especial, que sabe montar a caballo mejor que cualquier hombre, que dispara flechas, lanza dagas y lucha a espada como cualquier guerrero que se precie.
Podría contar, que Duncan, su highlander, tiene un pasado triste, una historia de amor no correspondido y traicionado que le hace estar alerta y evitar el amor como si fuera la peste.
También podría comentar que ambos se encuentran casados por un año y un día, sin apenas ser conscientes de ello, él por una promesa, ella porque no le queda otra... podría contar sobre malvados atroces, hermanos graciosos y cabezotas (Quiero la historia de Niall y Gillian YA), sobre abuelos bondadosos y guasones... podría contar muchas cosas, pero me fastidia sobre manera destripar un libro, y no lo voy a hacer.
Lo que sí voy a contar, es que el libro me ha costado conseguirlo, que estaba agotado cuando fui a comprarlo a los dos días de salir al mercado, que he pagado veintidós euracos por él y que no lo considero un gasto sino una inversión, porque pienso releerlo una y otra vez y volver a disfrutarlo cuando me venga en ganas. Porque, para que engañarnos, me ha gustado tanto, que me he ventilado las más de quinientas páginas en un solo día con su noche (así tengo las ojeras que tengo... ya las veréis en la video reseña).
Como he dicho antes, no es una obra de arte, ni está narrado de manera magistral, en las primeras ciento cincuenta páginas se nota a veces un tanto apresurado, las escenas vienen como muy de repente, pero... ay las siguientes páginas... increíbles, adictivas, divertidas, emotivas... releches, me asombra la capacidad de la autora de hacerme sentir lo que siente su protagonista... hay un par de escenas en las que ella no se siente querida ni apreciada, y puedes ver sus sentimientos y sentirlos como propios, carajo, es que según lees, sufres con ella, te pones en su lugar y se te salta el suspiro...
Como he dicho, un libro precioso, o por lo menos a mí me lo ha parecido en mi muy modesta opinión.
Crítica realizada por India
Llegó el verano y como todos los años me fui a por unos cuantos libros para leer en la playa.
Antes de seguir quiero aclarar que llevo leyendo novela romántica muchos años y rondando por los foros de forma esporádica ya va para cuatro años, y hasta hace muy poquito, nunca, nunca me había atrevido a dar mi opinión y desde luego nunca lo había hecho de forma extensa, tan solo he puesto escuetos mensajes desde hace apenas unos meses y en contadísimos libros. Apenas entro en los foros por falta de tiempo y paso por ellos con prisas leyendo algunas novedades.
Ésta es la primera opinión en forma de crítica extensa que me atrevo a dar de una novela. Hasta ahora he leído los libros y si me han gustado mucho, bien y si no me han gustado tanto me he aguantado, porque no todas las escritoras de este género tienen que agradarme por igual.
A lo que vamos, que este año me decidí por autoras españolas (algunas escriben con nombre extranjero) de las que debo confesar que no había leído nada porque no me atrevía con ellas, pero me llamaban la atención por los comentarios efusivos en la red. Me compré cinco novelas y no voy a decir títulos ni autoras porque las comparaciones son odiosas, me parece, y tampoco vienen a cuento. Eso sí, no voy a negar que me han gustado y que seguiré leyendo más novelas de ellas.
Como no conocía a ninguna, me las he ido leyendo por orden de apellido.
Menos mal. Porque si llego a leer la que me atraía por la portada, la hubiera hecho gorda. Afortunadamente su apellido quedaba el último y por tanto también su novela. Me gustaba la portada y me apetecía empezar a leerla. Pero...
Estuve a punto de abandonarla en el capítulo 2, en el 3, en el 4. Es decir, un desastre.
Desconocía mi vena masoquista que ahora admito, porque conseguí superar el agobio y la mala leche que se me iba poniendo y la terminé completita. Según pasaba las páginas me decía que no podía y no debía callarme. Es que si me toman por tonta, me cabreo bastante.
Dejo a continuación mi humilde opinión sobre lo que me encontré dentro del libro. (Puede contener spoilers)
1- En la página 10 ya me habían contado que la protagonista tiene una familia mala malísima, unos criados muy buenos, unos prometidos villanos, un doble intento de abusos, los planes de sus tíos, el incendio de la casa y la huída de las dos hermanas. La narrativa era un dolor de muelas, acelerada, sin descripciones ni fundamento.
2- Puede que yo esté confundida pero creo que el nombre correcto del que llegó a ser rey de Escocia era Robert Bruce o Robert el Bruce y no Robert de Bruce. No pienso perder tiempo en comprobarlo. Si alguien quiere, que lo haga.
3- Aparecen unos guerreros temibles, valerosos y guapos. Esto siempre se agradece en las novelas románticas, claro, pero si ya empiezo a leer que las damas, todas las damas, absolutamente todas menos la protagonista caen rendidas a sus pies, les hacen ojitos y babean a su paso, intentando calentarles la cama, el asunto se pone feo.
4- Arcada. Me ha quedado claro que la escritora desconoce el significado de esta palabra. La utiliza cada dos por tres y existen arcadas de todo tipo: lisas, tachonadas, grandes y pequeñas, cuadradas y redondas. Se abren y se cierran. Se lee tantas veces la palabra arcada en la novela, que dan ganas de gritar. Es una pena que desconozca también que word tiene sinónimos en las herramientas.
5- Hay una pelea en el barro. Supongo que en este capítulo la autora ha querido dar un toque gracioso a la historia, pero a mí no sólo no me ha hecho gracia, sino que me ha resultado una escena patética. Claro, que es mi opinión. Igual otras lectoras se han tronchado de la risa.
6- Las conversaciones me han parecido flojas, simples, insípidas, sin fundamento. Todas sin excepción. No puedo salvar ni una, lo siento.
7- “ ¡Por San Ninian!” Me ha quedado claro que es un santo escocés. Creía yo que los escoceses tenían más santoral del que acordarse cuando algo les asombraba. La expresión resulta tan cargante como el tema de las arcadas que se abren y cierran a cada paso.
8- Sassenach. Otra palabra que tal baila. Me la he aprendido, debo reconocerlo, gracias a las miles de veces que sale en la narración. Recomiendo a la autora que amplíe su vocabulario, porque las lectoras no somos tontas y con un par de veces que se nos diga algo, ya sabemos lo que significa.
9- “No responderé de mis actos”. Hala, volvemos a las repeticiones. En esta novela parece que no responde de sus actos nadie, porque se repite también con frecuencia. Y es que todos los protagonistas tienen mucho genio en Deseo Concedido.
10- Mestizo: descendiente de inglés y escocés. Aquí se me pusieron los ojos como platos porque yo tenía entendido que esa palabra se aplicaba a los hijos de razas distintas, especialmente entre blancos e indios o, por ejemplo, de blanco y negra. Si no se tiene un diccionario a mano, Google funciona muy bien, lo digo para quien no lo sepa. Y el enlace con la Real Academia de la Lengua, es una maravilla.
11- “¡Qué maravillosa idea! ¡Qué idea tan maravillosa! ¡Qué idea tan estupenda! ¡Qué estupenda idea!” Estas frases las sueltan todos y cada uno de los personajes. Sin comentarios en este apartado.
12- Duncan, el protagonista guapo, viril, severo y temible ante el que todas las damas caen rendidas, hacen ojitos y quieren calentarle las sábanas, llega a la carrera cuando asaltan a las heroínas y decide casarse con Megan a la de ¡ya!. En la ceremonia le entrega en anillo de fue de su madre. Francamente, es el primer protagonista que veo que lleve una joya familiar en el bolsillo por si le sale una novia de sopetón. Será costumbre escocesa, digo yo, neófita en estos temas.
13- Pérdida de la virginidad de la protagonista, es decir escena caliente (por llamarlo de alguna manera). El chico extiende su capa en el bosque, hacen lo que deben hacer y la lleva al castillo (atravesando la arcada, claro). Cuando ella despierta las sábanas están manchadas y él le dice que ha ido al bosque, ha buscado las hojas manchadas con la sangre virginal y las ha restregado en las sábanas. Y digo yo: ¿qué hojas? ¿No estaban sobre la capa? Mi ignorancia debe ser suprema porque, aunque no hubiera habido capa, desconocía yo que la sangre virginal duraba toda una noche fresca y no se secaba como la de un corte pelando patatas.
14- Las escenas eróticas no es que sean malas, es que son insulsas, sin gancho, no atrapan, no dicen nada. Cada autora describe este tipo de escenas como quiere, eso sí. Seguramente la culpa es mía que quiero encontrar escenas que me suban un poco la temperatura sin llegar a resultarme ordinarias.
15- Hay un rapto. Mejor no lo comento porque me dan ganas de llorar. Aquí la protagonista tiene el buen gusto de desmayarse, eso sí después de haber matado a dos malos malísimos requetemalísimos, claro. ¡Pues menuda es ella!
16- Escenita de niño que se cae al pozo. Uf. Sin palabras. Aquí había gastado ya tres paquetes de pañuelos de tanto secarme las lágrimas. Es que cuando me cabreo tengo dos opciones: o llorar o darme de cabezazos contra el tabique. Opté por llorar y evitar el posterior dolor de cabeza.
17- También hay un rescate de la esposa escocesa de un sassenach (inglés, para la que no se haya enterado aún a estas alturas de la novela). En este capítulo todo se resuelve sin siquiera bajarse del caballo. A saber: llegan a un castillo, piden a la mujer, sale el padre cabreado, les amenaza, sale el hermano de la escocesa, sale ella, el hermano la pone como un trapo por haberse casado con un sassenach (inglés), se insultan, se descubre que la ha violado y de repente una flecha lo mata. La flecha, lanzada por la madre de la escocesa y del hermano malo (coño con las escocesas, oye), pide perdón a la hija por no haberla creído y se marchan tan campantes. Repito, TODO sin bajarse del caballo. Y es que los highlanders son la bomba, como se puede ver.
18- La protagonista, Megan, su hermana y el resto de los personajes se pasan toda la novela dando gritos. No levantan la voz, no, gritan. Menudo dolor de cabeza tenía ya una servidora a estas alturas con tanto berrido.
19- Llega el momento en que el protagonista, el highlander, el guerrero guapo, severo, que acongoja solamente con su presencia, que se cruza de brazos y mira de forma penetrante y hostil haciendo temblar a todos menos a Megan, parece (y digo parece) que va a hacer algo más interesante que mirar fieramente y bramar. El hermano pequeño de la protagonista desaparece y él sale en su busca con un grupo de hombres. Y te dices: vaya, por fin va a servir de algo el dichoso highlander. Pues no. No encuentran a la criatura y es ella, embarazada y todo, la que debe salir a buscar a su hermano. Y lo encuentra. ¡Toma si lo encuentra! Lo que no han podido unos 25 hombres aguerridos y armados lo consigue ella solita. ¡Qué bemoles tiene esta mujer! Cuando sea mayor, quiero ser como ella, oiga usted. Que me digan dónde hay que firmar.
A estas horas de mi opinión, vuelvo a estar de mala leche. Porque el libro me ha costado 22 euros de nada. Reitero que la culpa debe ser mía, que no entiendo, que no sé lo que es una novela romántica con clase, que no debí aprovechar bien los estudios que me dieron mis padres. No es culpa de la autora, ni de la editorial que ha tenido el valor de publicar semejante historia. No. Es culpa mía. Pero claro, cuando buscas el nombre de la autora y te la encuentras por Internet hasta en la sopa, lo menos que puedes pensar es que escribe decentemente. Uno no se puede fiar de Internet, me ha quedado claro.
Si esta novela hubiera sido escrita por una chica de 14 años, hasta se le podía haber dado un aprobado pelado. Escrita por una mujer adulta a la que llaman escritora, no merece ni un suspenso.
Lamento si a alguien le he fastidiado el argumento de la novela. Lamento si a alguien no le gusta mi opinión. Lamento, sobre todo, haberme gastado 22 euros (con la crisis que hay) en este libro.
No soy demasiado creyente, pero está claro que Dios existe, porque si en lugar de haber decidido leerme las novelas que compré por orden alfabético de apellido me leo Deseo Concedido la primera, posiblemente no hubiera disfrutado a las otras autoras españolas (las hubiera metido a todas en el mismo saco) que sí merecen la pena y nada tienen que envidiar a las de toda la vida.
Calificación: Cero patatero. Lo siento. Bueno, no lo siento, qué puñetas.
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