Rachel Gibson - Any man of mine

Valoración:

Crítica realizada por Mariam

Cuando comienzo una nueva novela de Rachel Gibson imagino una historia divertida, refrescante y sexy porque es el tipo de historias que suele escribir. Tal vez con excepción de The trouble with Valentine's day, que difiere bastante pero que, tal vez por eso, me gustó de especial manera, son características que se repiten en todas y cada una de las que he leído.

En Any man of mine no he encontrado exactamente eso, pero he sido incapaz de despegarme del libro y, al acabar, me ha dejado con una sonrisa en los labios. Porque, en sus páginas, esta novela destila dulzura y romanticismo de principio a fin.

Pero lo cierto es que cuando empecé a leerla tuve la vaga sensación de estar ante una novela que ya había leído. Y no porque se parezca a la de ninguna otra autora. ¿Por qué entonces? Puede que se deba a que Any man of mine tiene algunas coincidencias con Simplemente irresistible que paso a detallar: en ambas los protagonistas son jugadores -obviamente de los Chinooks- que en un momento de sus vidas, con borrachera de por medio, tienen una aventura de fin de semana con mujeres a las que acaban de conocer y a las que, poco después, abandonan. Sí, no es el ideal romántico y sí, ellas son las protagonistas de la novela.

Pero pese a ese sabor con cierta familiaridad que describo, he disfrutado muchísimo con Any man of mine. Me encanta el estilo fresco y desenfadado de Rachel Gibson. Me gustan sus novelas sobre los jugadores de hockey de los Chinooks. Me gustan las novelas de segundas oportunidades... Y me gustan las novelas que logran sorprenderme. Como ésta.

Any man of mine es la sexta de las novelas que componen la saga del equipo de hockey de los Chinooks. Da comienzo el día de la boda de Ty Savage y Faith Duffy, los protagonistas de Amor verdadero y otros desastres.

Autumn Haven es la organizadora del enlace y se reencuentra con su ex-marido, Sam, al que hace dos años que no ve. Se casaron seis años atrás en un loco y frenético fin de semana en Las Vegas, tras el cual Sam la abandonó y no volvió a saber de él hasta que le llegó la solicitud del divorcio. De ese efímero matrimonio nació un hijo, Conner, un niño de cinco años al que Sam no ve con mucha frecuencia -al menos en los dos últimos años- y sólo a causa de él tienen algún contacto.

A raíz del encuentro en la boda, Autumn y Sam vuelven a verse con cierta asiduidad. Sam está en mitad de la temporada con los Chinooks, a punto de emprender una serie de viajes que le obligarán a recorrer el país y le mantendrán alejado de Conner. De modo que quiere pasar con él todo el tiempo posible y eso implica que, inevitablemente, tendrá que ver a Autumn.

A raíz de esos encuentros Sam ha notado que Autumn parece no perder los nervios con tanta frecuencia en su presencia, incluso se amolda a sus caprichos cambiando sus planes y horarios para que él vea a Conner. Sam quiere pasar más tiempo con Conner y dejar de sentirse el padre que siempre que juró que no sería, uno sin tiempo para su hijo, tal como lo fue el suyo. Y, claro, eso significa también ver a su ex-mujer.

Autumn está bastante sorprendida del repentino interés que Sam muestra en pasar tiempo con Conner. Por una parte le alegra, por otra no cree que vaya a durar. Pero por el bien de su hijo incluso se muerde la lengua cada vez que ve a Sam y oye o soporta alguna de sus frivolidades y caprichos de superestrella del hockey.

Y a medida que el reencuentro se produce y repite, nos preguntamos qué sucedió entre ellos, cómo es que se casaron si parecen soportarse más bien poco. Así, se van intercalando saltos en el tiempo que nos trasladan seis años atrás, a Las Vegas, y conocemos con todo detalle lo acontecido aquel fin de semana. Pero al mismo tiempo somos testigo del cambio que va produciéndose en ellos y entre ellos. Porque de pronto todo el dolor que Autumn sentía parece no ser tan fuerte y porque Sam comienza a ver a Autumn con otros ojos.

Sam se pregunta a menudo por qué se casó con Autumn. Sencillamente no es su tipo, léase alta, delgadísima y pechos XXL. Lo achaca al alcohol y al momento en que se encontraron y, bueno, porque en Las Vegas puede pasar cualquier cosa.

Autumn no ha superado el rechazo y la humillación por el abandono de Sam con solicitud de divorcio y pruebas de paternidad incluidas. A diferencia de Sam ella se casó locamente enamorada, pero Conner es la persona más importante de su vida y si por él debe hacer un esfuerzo y tratar a su ex-marido con educación, madurez y corrección, así lo hará.

Lo malo es que Sam se parece menos al arrogante y vanidoso jugador de hockey con el que se casó y más a un hombre que parece querer formar parte de su vida.

A diferencia de otras novelas de Rachel Gibson en las que predominan las escenas divertidas y alocadas, en Any man of mine no abundan. Es una novela más sencilla, más "seria" que nos muestra a unos protagonistas que parecen despreciarse y entre los que no queda más que rencor y arrepentimiento. La relación entre ellos es en ocasiones tirante, incómoda. Pero -y eso es lo que en mi opinión hace de ésta novela singular- poco a poco se nos muestra como esos personajes nos desnudan facetas ocultas de sí mismos.

Lo cierto es que llega un momento en que puedes ponerte tanto en la piel de Autumn como en la de Sam. Creo que es una de las características de Gibson, y comprender un poco a ambos. De entrada confieso que es Autumn la que me ganó porque tiene un halo vulnerable y porque, realmente, es la que provoca más empatía, pero los protagonistas canallas como Sam tienen algo que, al final, logran conmoverte un poco.

No quiero contar qué sucede ni cómo evoluciona la relación de Sam y Autumn, pero basta con decir que me ha parecido una historia romántica en la que la paciencia, la fortaleza y la valentía son piezas clave en su evolución. Y, ¡cómo no!, Conner juega un papel vital. Además, y como es habitual en esta autora, es un niño que logra cautivarnos por su naturalidad, espontaneidad y dulzura.

La novela también cuenta con bastantes personajes secundarios a los que ya conocemos de otras novelas como Ty, Faith, Mark o Jules. Y tengo que destacar a Vince, el hermano de Autumn, un ex-marine grande y con cierto misterio a su alrededor cuya historia te provoca conocer cuanto antes.

En definitiva, para mí se trata de otra bonita novela de Rachel Gibson. Autora de la que me gusta leer todas sus novelas porque unas serán mejores, otras peores, pero siempre me dejan con mariposillas en el estómago. Como Any man of mine.

Una historia de segundas oportunidades, de madurez emocional, de perdón y, por supuesto, de amor.

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