«Todo es acostumbrar al paladar», aseguran los chefs de más renombre. También las mamás y papás con peques en edad de adquirir hábitos de alimentación saludable. Pero vamos a ser sinceros: hay cosas que o te gustan o no te gustan. A mí, por ejemplo, me sucede con el pescado. Que es sanísimo, por supuesto. Jamás lo discutiré. Pero, por más empeño que le pongo, soy incapaz de tragarlo. Y esto es algo que tampoco puede nadie cuestionarme a mí.
Algo así le debió suceder a Winston Grimes. No con el pescado, ni con ningún otro alimento. Sino con la labor de guardacostas que desempeñó durante la Segunda Guerra Mundial. El bueno de Winston no tardó mucho en llegar a la conclusión de que ese trabajo no era para él. Tampoco es de extrañar, porque ya de muy joven tuvo claro que lo que de verdad le gustaba era escribir. Así que, ni corto ni perezoso, un buen día se plantó ante su madre, viuda desde hacía años, y le propuso:
―Un año, dame solo un año, y te prometo que escribiré una novela digna de ser publicada.
A lo que la señora Grimes, con la cara demudada en una expresión de pasmo, respondió:
―¡Pedazo de gandul! ¿Otra vez buscando excusas para no doblar el lomo?
No, espera. Dame un momento para que recapitule. Creo que me he dejado llevar un poco por la licencia creativa.
En realidad, el diálogo de antes reproduce lo que me habría dicho mi madre a mí, si alguna vez se me hubiera ocurrido irle con semejante idea. Por supuesto, nunca tenté mi suerte hasta ese punto, soy de natural cobarde.
La verdad es que, si dejo de novelar, no puedo reproducir la conversación que tuvieron Winston y su santa madre. No hay registros de ella. Pero el resultado de la misma sí que es vox populi. Es por todos conocido que la mujer no tuvo reparos en financiar a su hijo durante buena parte de su carrera literaria.
Así, con el respaldo incondicional de su abnegada progenitora, Winton Grimes se convirtió en Winston Graham. Renombrado autor inglés que, entre otros logros, llegó a ser miembro de la Royal Society of Literature y tuvo el honor de que el mismísimo Hitchcock llevase a la gran pantalla uno de sus libros: Marnie.
Pero me estoy adelantando en el tiempo. Volvamos a esa obra que nuestro autor prometió a su madre que publicaría sí o sí. La que supuso su debut en el mundo de las letras. Un libro con nombre propio: Ross Poldark.
Seguro que te suena. ¿A que sí?
Lo que quizás no sepas es que tras el famoso personaje se esconde una persona de carne y hueso. Un joven piloto que Graham conoció en un tren. El muchacho volvía a Cornualles tras prestar servicio en el ejército. Un comienzo idéntico al de Poldark, que también regresa a Cornualles, a su casa de Nanpara, una vez cumplido su deber en la guerra de independencia estadounidense.
A partir de esta premisa se desarrolla una historia de amor.
Puede que tras leer esta última frase ―si conoces un poco la obra de Winston Graham, seguro que habrá sido así― te hayan venido a la mente los nombres de las dos enamoradas de Ross: la bella Elisabeth y la rústica Demelza. Sin embargo, más allá de la ficción, es justo resaltar también la pasión que este escritor sentía por Cornualles. Un sentimiento que queda perfectamente retratado en todas y cada una de las páginas que conforman esta historia. Se cuenta que incluso las dos mujeres mencionadas un poco más arriba son, en realidad, alegorías a este condado al sur de las Islas Británicas. Elisabeth simboliza su pasado de esplendor; mientras que Demelza… Bueno, no es casualidad que la muchacha lleve el nombre de uno de los valles de la región. Ella, con su temperamento fuerte, incluso violento, representa el carácter de este mágico rincón del mundo.
En total, al señor Graham no le llevó un año, como había prometido, sino cinco, acabar su primera novela. Sí; menos mal que era a su madre, y no a un editor, a quien tenía esperando la entrega del manuscrito, que si no…
Pero, dejando de lado sus problemas para cumplir los plazos, el éxito de su trabajo queda demostrado en el hecho de que las peripecias de Ross Poldark, y sus familiares y amigos, terminaron convertidas en una extensa saga. Nada más y nada menos que doce títulos, en los cuales se recrea el universo Poldark, fueron publicados por Graham.
Triunfo que se vio reforzado en el año 1975, cuando una serie de televisión basada en la saga vino a corroborar el buen tino que tuvo la señora Grimes cuando aceptó servir de sustento a su hijo mientras él se dedicaba a escribir. Recuerdo haber oído de otra madre, la mía, que el show televisivo hizo furor en su época y que hubo aluvión de niñas, nacidas por aquellos años, que fueron bautizadas con el nombre de Demelza.
No se a ti, pero a mí el nombre me gusta. Me suena muy novelesco y muy romántico.
En el momento del estreno de la serie solo siete, de los doce libros que al final cerraron la saga, se habían publicado. Igual por eso, hace cosa de unos años, la BBC dio luz verde a una nueva versión televisiva de Poldark. Por desgracia, esta reciente revisión de su obra no pudo contar con el visto bueno de Winston, quien falleció en 2003, antes de que el remake comenzara a gestarse.
Y, ahora, que casi llegamos al final, te tengo que confesar algo: la verdad es que no soy una gran fan de la obra de Graham. Para ser honesta, me quedé en el primer volumen de la saga que he comentado en este artículo. Ross Poldark me acompañó durante un verano larguísimo. En el que llegué a pensar que el tiempo se había congelado ―sería lo único, desde luego; porque donde vivo hace un calor del demonio― y nunca, por muchas horas que dedicara a la lectura, llegaría a la última página de la mentada novela. Se me hizo una historia bastante pesada. Así que, como te imaginarás, no me quedaron ganas de seguir intimando con los demás personajes.
Aun así, admiro muchísimo al señor Graham. Tiene algo que, como escritora, también quiero para mí: una fe inquebrantable en sus posibilidades y en su talento.
He empezado el año de bajón y peleada con las letras. Por eso me apetecía hablar de este escritor, a ver si de una vez me aplicó su filosofía de trabajo y me dejo de inseguridades y de tonterías que no me llevan a ningún lado.
¿Has leído algo de la saga de los Poldark? O, si no, ¿estás viendo la serie? Yo, con el precedente que tengo con esta historia, no me animo a darle una oportunidad. ¿Me la recomiendas?
Artículo realizado por Adriana Andivia
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Comentarios (15)
Cynthia HJ
Me ha gustado leer este artículo porque no conocía al autor de las novelas ni cómo llegó a escribirlas, así que siempre está bien aprender cosas nuevas. La serie de TV en mi casa causó furor, pero tampoco la he visto (qué mal voy...). ¿Merecerá realmente la pena?
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Vanessa
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Noemí
Adriana, mucho ánimo con la escritura. Que el bajón se pase cuanto antes y puedas regalar grandes cosas a tus lectores.
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Adriana Andivia
Ya se me ha pasado el bajón, lo que pasa es que soy muy dramática XD.
¡Un beso!
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Adriana Andivia
Le daré una oportunidad a la serie. Veo que casi todas las opiniones sobre ella son positivas, así que me ha picado la curiosidad.
¡Gracias por comentar!
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Marian
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Adriana Andivia
Muchas gracias por el aporte, Marian ;-).
¡Besotes!
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crishi
Anímate, no tienes nada que perder. Igual te sorprendes.
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Adriana Andivia
Yo le daré una oportunidad a la nueva versión de la serie, a ver qué tal está.
¡Gracias por leer y comentar!
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ELSA
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Adriana Andivia
Entiendo que eso fastidie a quienes se enamoraron del argumento tal y como su autor lo escribió (a mí me pasa, ¡me da un coraje cuando me empiezan a cambiar cosas...!). Pero siempre te quedará la primera versión de la serie, Elsa.
¡Muchas gracias por leer y comentar!
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Evita
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Adriana Andivia
Entre todas me habéis convencido. Me tengo que poner al día con la serie ya.
¡Un beso!
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Savannah990
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Adriana Andivia
Muchas gracias por leer el artículo y comentarlo!
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