Un ruido rítmico y monótono resonó en el silencio. Aunque sonaba muy lejos, parecía el ruido producido por la lluvia golpeando un cristal.
¿Era, quizá, una mañana gris y húmeda, de esas que te obligan a hacer un esfuerzo para salir de la cama e ir al trabajo?
Una vaga intuición, pero de gran alcance le advirtió que no se despertara, que se quedara bajo la protección del sueño y del cálido edredón. Sin embargo, luchando contra la tentación de seguir durmiendo, Rebecca abrió los ojos.
El agua que caía sobre el cristal parecía ser el único sonido en el mundo. Unas hojas sobre su cabeza goteaban a través de las gruesas ramas y vio el cielo encapotado y gris. Ráfagas de viento frío trajeron consigo una humedad escalofriante.
Rebeca se tomó un tiempo para darse cuenta de que el dolor que sentía por todo el cuerpo. Aunque atrapada por la cintura, se apoyó en la ventana lateral del avión con la cabeza en un ángulo incómodo y molesto.
Sin embargo, ¿por qué no veía el techo del avión?
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laura blanco
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